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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Para comenzar un nuevo año.

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Pronto comenzaremos a contar los días de un nuevo año. Mas no me asusta que las hojas del calendario caigan para sepultarnos sin que lo notemos porque crecer y envejecer son algo tan natural como la aurora y el crepúsculo y ambas son caras de la misma moneda. Mas hay días especiales en que el alma abre sus puertas para dejar que el aire entre a ventilarla para evitar que el moho se apodere de ella.  Son los días en que los anhelos se encienden como lámparas a media noche y las realizaciones toman el cuerpo de montañas que pintan el horizonte de esperanza.  Entonces las palabras que musitan los labios se acercan a los corazones que padecen hambre de ternura y sed de amor para dejar en ellos una brisa que apacigua su violento fuego.  Las horas del último día comienzan a congelarse como árboles endémicos frente a nuestros ojos y ante el espectáculo de la partida del viejo año sólo atinamos a sonreír a los demás y a comer uvas llenas de verdor.  Pero así somos los humanos: indiferentes

Camino hacia la luz.

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Los seres humanos aspiramos a la felicidad perdurable, pero lamentablemente el camino se halla sembrado de lágrimas, dolores y tragedias que impiden que lleguemos a ella con la prontitud que deseamos y después logremos retenerla por el tiempo que se nos antoje. Pero que esto no sea una excusa para no salir en busca de la felicidad de los demás y por este medio, aunque parezca paradójico y extraño, encontrar la nuestra. Jamás debemos olvidar que nacimos para ser felices y que para llegar a esa meta debemos tomarnos de la mano y no claudicar en el propósito. Mas desde niños dejamos que ideas contrarias a estos saludables fines se apoderen de nuestras mentes y nos impidan ver el horizonte del nuevo amanecer o la estrella que debe guiar nuestros pasos. Fácilmente creemos que la desdicha y la miseria humana son superiores al esfuerzo corporal y a la entereza del espíritu. Para muchos de nosotros resulta más cómodo sentarnos a contemplar el rostro ajado de la desdicha que la sonrisa ple

Hoy deseo compartir

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Hoy deseo compartir con todos mis amigos y amigas un poema que me gusta y que tiene un mensaje maravilloso para quienes tienen el servicio como vocación. Gente Hay gente que con sólo decir una palabra enciende la luz y los rosales; que con sólo sonreír con esos ojos nos invita a viajar por otras zonas, nos hace recorrer toda la magia. Hay gente que con sólo dar la mano rompe la soledad, pone la mesa, sirve el puchero, coloca las guirnaldas; que con sólo empuñar una guitarra hace una sinfonía de entre casa. Hay gente que con sólo abrir la boca llega hasta todos los límites del alma, alimenta una flor, inventa sueños, hace cantar el vino en las tinajas y se queda después como si nada. Y uno se va de novio con la vida desterrando una muerte solitaria pues sabe que a la vuelta de la esquina hay gente que es así, tan necesaria. Hamlet Lima Quintana      Felices fiestas mi Tolima.

Lo que me dejó la navidad

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Pub licado en el periódico La Tribuna, diciembre 8 de 2013   La navidad no sólo tiene el sabor de la natilla y el buñuelo. Para mí lo más importante es descubrir en ella esa fuente de sabiduría inagotable que brota del nacimiento de un niño. ¿Y quién no ha tenido que pasar por ese bello camino sembrado de inocencia y ternura? O al menos es eso lo que uno puede pensar en una rápida retrospectiva de la propia vida. Es lo más natural, eso parece en la reflexión rápida y personal, porque el egoísmo humano nos ciega frente a otras vidas para quienes la navidad no tiene esos sabores porque personas que ya crecieron ahora olvidan que esas fiestas son el principal motivo de alegría para los niños. Fue por ellos, y por nosotros, que la cuna del pesebre se llenó de gloria y hasta los ángeles del cielo descendieron para ser testigos de ese inefable acontecimiento humano que revestía la grandiosidad de lo divino. Cada niño que nace nos trae el mensaje celestial del amor y la ternura que