Sucedió en la Acrópolis
El Destino me hizo dulce, dulce como un bombón. Pero fue la dulzura de mi cuerpo la causa de mis desgracias. A los quince años fui a la playa a disfrutar el misterio del amanecer. El mar contempló mi desnudez. Me bañó en espuma. Sorprendí a los dioses con mi belleza. Poseidón me lanzó la red. Un salto ágil me dio ventaja y logré huir. Horrorizada pasé el día agazapada en el acantilado. En medio de la noche cubrí mi cuerpo y regresé a la ciudad. Entré al templo. Desde el frontón divisó Atenea que era más bella que su castidad. En el propileo mis ojos marinos hallaron al arrogante Poseidón. Su violencia me hizo gritar. Caí sin poder defenderme de su impúdica caricia. Al salir el dios llevaba en su rostro mi virginidad. Atenea arde en ira mas a Poseidón le ofrece el silencio. Mis cabellos convierte en serpientes alevosas. Quien mire mi fealdad se volve...