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Mostrando entradas de abril, 2013

Las lecciones que el dolor imparte.

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Para el ser humano es difícil aceptar los cambios que la vida le impone. Basta con observar algunas mujeres que se resisten a colocarse los anteojos que le son formulados para leer porque dizque les disminuyen su belleza. Su vanidad no les deja comprender que negarse a su uso habitual aumentará la miopía y con el tiempo podría venir la ceguera. Y ciegas no verían la vanidad ajena ni el color de ojos que las miren.   En algunas ocasiones, cuando nos miramos en el espejo nos damos cuenta que la piel del rostro no tiene la lozanía de los quince años y esa realidad termina por deprimirnos cuando le damos tantas vueltas en la cabeza sin poder comprender lo inexorable del tiempo. Somos seres que crecemos, pero que también el tiempo disminuye con sutil caricia. Resulta más arduo aún reconocer que debemos tomar decisiones que de no hacerlo pueden causarnos la muerte. Al paciente a quien los médicos le recomiendan la amputación de las piernas a cambio de seguir con vida le es sumamente

Saber comunicarse es muy importante.

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Muchos son los códigos y maneras como los seres humanos nos comunicamos, pero ninguno más peligroso que la palabra que sale de la boca como saeta para herir al otro. Cada vez que pronunciamos una palabra originamos reacciones en los demás y de las cuales, la mayoría de las veces, no somos conscientes. Por tanto, deducimos equivocadamente, no somos responsables de las actitudes y conductas que asuman quienes nos escuchan. Mas con justa razón Miguel de Montaigne consignó en sus Ensayos : “La palabra es mitad de quien la habla y mitad de quien la escucha.” Hay quienes no se inmutan ante el concepto bastardo, pero conocemos a muchos que se tornan como mar encrespado y se lanzan contra quien les dirigió esta palabra con violencia inusitada. Hay personas que no pueden escuchar vómito sin que las náuseas se hagan presentes como una respuesta fisiológica inconsciente. Esto sucede porque hay personas más sugestionables que otras, pero no hay ninguna que no lo sea. Recordemos que la pala

El placer de vivir.

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El ser humano tiene entre sus pretensiones principales la vida placentera. Siempre aparece como más atractivo el placer que el dolor. Pero cuando el placer se transforma en la única motivación de nuestras vidas caemos en las profundidades del egoísmo. Las fuentes de donde surge el placer son diversas. Pero para no confundirnos las reduciremos a dos: La satisfacción de las necesidades del cuerpo y las sensaciones y percepciones que origina la realización de nuestros proyectos. La  primera no necesita mayor explicación y basta para conseguir la satisfacción darle gusto al cuerpo y dejar que los sentidos nos lo comuniquen. Una buena cena produce un gozo, pero momentáneo. Luego de unas horas volvemos a sentir hambre. En cambio la satisfacción que produce el deber cumplido, donde la voluntad ha tenido que esforzarse y la inteligencia ha sido probada, deja en el espíritu humano una dicha más duradera. Además, lo que se obtiene sin esfuerzo y sin arriesgar nada poco lo valoramos. Y cuand

Las ventajas de la reflexión.

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Contrario a lo que podría esperarse, ante la vida bulliciosa y frenética de nuestros días, hay mucha gente que busca lugares donde puedan pasar unas horas meditando. Cuando asistimos a uno de estos centros observamos que la gente se conecta con la naturaleza y sobre los prados caminan con notoria parsimonia o se sientan a exhalar e inhalar el aire con lentitud. Allí en medio de plantas ornamentales y árboles frondosos, sus gestos y actitudes expresan que buscan la serenidad del espíritu y para lograr el propósito siguen técnicas que les faciliten la conexión del cuerpo con la mente y el alma hasta sentir el ser total completamente libre. La primera condición para experimentar esta libertad interior es la reflexión. Gracias a ella nos volvemos sobre nuestros actos para observarnos a nosotros mismos y descubrir los aciertos y equivocaciones que a diario hallamos en este camino de la vida. Esta especial meditación nos enseña no sólo a relajarnos sino ante todo a examinar la bondad o m

Somos únicos.

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Cuando decimos que somos únicos admitimos que nacimos para la unidad con nosotros mismos, con los demás, con los seres del universo y con Dios. La unidad es una exigencia si queremos llegar a la perfección y a la felicidad. Aunque la perfección humana nunca será definitiva es una meta inaplazable y la felicidad es una tarea que todos los días realizamos. Si lo comprendemos y trabajamos con ahínco para lograr ese ideal y realizar esa misión hallaremos muchos obstáculos pero también es mucho más fácil y placentero encontrar las soluciones apropiadas para vencerlos. Somos timón y conductores de nuestras vidas. Debemos dirigir no sólo nuestras facultades sino todo nuestro ser hacia la plena realización. La inteligencia coordina y dirige pero la voluntad debe colaborarle con buena disposición. Cuerpo y mente necesitan de estas dos potencialidades como nosotros de nuestras piernas. De ahí la necesidad de ejercitarlas constantemente de manera que sean cada día más ágiles y precisas.

El dolor de la separación

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Hablar de los hijos es un tema tan escabroso como abordar la temática de la composición estructural de las moléculas del alma. Y que no se tome por sorna o imposibilidad gnoseológica tal afirmación. Lo que suele suceder es que el amor filial actúa como velo pétreo para los padres y con el inexorable paso del tiempo en cataratas para los ojos. Recuerden como Jacob aprovecha la ceguera de su padre para solicitar de él la bendición. Pero como los hijos son el corazón rejuvenecido, casi siempre como padres, terminamos justificando las acciones execrables de nuestros hijos. Sin embargo, y a sabiendas del certero obstáculo, me aventuraré a expresar mi pensamiento. El problema comienza cuando las dos gotas de agua que flotan sobre las hojas del bosque se unen y al caer al suelo resuenan con estrépito. El despecho como el desamor suelen causar mucho dolor al ser humano. El amor por lo general trae dicha, pero al lado de ella suele venir agazapada la desdicha. Pero no se tome lo anteri

El miedo nos detiene y esclaviza.

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Miedo es una palabra que solemos sustituir con otras como temor, ansiedad, turbación interna. Con ellas queremos dar a entender un conjunto de sensaciones que nos empequeñecen y detienen para conseguir nuestros propósitos. Pero no hablaremos del miedo como mecanismo de defensa y que todas las especies animales poseen. Gracias a él se reacciona de forma instintiva para evadir o atacar una amenaza que pone en grave riesgo la integridad del ser vivo. Alterada la reacción instintiva se activan los reflejos y el organismo sufre una serie de cambios fisiológicos que dan agudeza, agilidad, fuerzas y destrezas ignoradas. Nos referiremos a ese miedo que a veces se presenta como un hecho aislado y en otras ocasiones se nos viene encima como un peso permanente que nos oprime. En este segundo caso es nefasto porque altera el equilibro de nuestro cuerpo y es la causa de muchas enfermedades cardiovasculares. Sentimos que sudamos, la piel se torna pálida, se altera el ritmo cardíac

Acerca de la personalidad humana.

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El concepto de persona y su afín personalidad es una lenta elaboración de varios pueblos. Entre los griegos, y en referencia a la definición etimológica, su prósopon , tenía una connotación que se fundamentaba en los rasgos propios y exclusivos que definían la moral individual. Para los romanos, la palabra se derivó del latín per-sonare que significa resonar, o hablar a través de y por eso la asociaron con las máscaras que los comediantes utilizaban no sólo para representar un personaje sino para subir el volumen de la voz ante la ausencia de amplificadores eléctricos. Así los juristas romanos la adoptaron para crear la figura de la persona jurídica, que al igual que la natural goza de derechos pero también asume la responsabilidad de las acciones que sus agentes realizan en su nombre. Con el paso de los días la cultura occidental designó con el concepto persona la fisonomía física, moral e intelectual del ser humano y, con el advenimiento de la psicología, de persona se de

El verdadero conocimiento.

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Tomemos nuestro ser para hacer de él una metáfora. Imaginemos que somos un árbol. Contemplémoslo solitario en la inmensidad de la llanura. Pongamos sobre él un cielo gris y ocultemos el sol hasta dejarlo a baja luz. Seguramente que si hacemos de esta imagen una vivencia comenzamos a sentir temor y miedo ante esa soledad que enferma y entristece. También podemos cambiar el escenario y arrebolar las nubes del horizonte y hacer del cielo un lago azul. Sembrar pastos verdes, trigales y flores a la vera del camino. Y toda esta magia es poesía como la que en Molinos de Fuego hallas. Pero la sensatez nos dice que la vida cotidiana tiene de los dos paisajes imágenes abundantes y dispersas que por más que nos esforcemos no podemos cambiar, pero sí mitigar. Para conseguir este propósito y vivir el gozo de la armonía es condición indispensable el conocimiento del ser humano, pero no de la manera como lo estudia el médico o el profesional de la psicología sino esa certeza que nos viene del

Dominemos la ira.

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La ira es entre las emociones una de las m ás complejas y perturbadoras. Es la fuente del caos emocional y la causa de muchos actos a los cuales sigue el arrepentimiento. Su presencia produce una carga que amilana a la persona y enceguece la razón. Ante ella sucumbimos sin darnos cuenta de los daños que nos causa. Está comprobado por la ciencia y por la experiencia propia que las emociones producen pensamientos negativos y perturbadores que afectan todo nuestro ser. No sólo el cuerpo siente el desequilibrio, también la mente se embota cuando no controlamos nuestro enfado. Existe una relación que no podemos negar entre las ideas que generamos cuando estamos enfadados  y el modo como enfrentamos la ira sin control. Si no le ponemos freno en la forma adecuada nos puede llevar al hospital o al cementerio. Las emociones y pensamientos caóticos enferman, envejecen prematuramente, bajan las defensas inmunológicas y hasta pueden producir la muerte. La ira entorpece las relaciones con los

Cuidado con el escepticismo o el dogmatismo

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El escepticismo como el dogmatismo no son sólo posiciones irreconciliables sino peligrosas y poco prácticas para caracterizar nuestra visión personal de la vida y relacionarnos con los demás. Cuando nos dejamos llevar del primero no creemos en nada y desconfiamos de todas las personas. Nos volvemos tan cuidadosos y selectivos que terminamos cayendo en el inmenso mundo de la vanidad y la arrogancia. Sólo lo nuestro tiene valor y nadie es digno de estar a nuestro lado. Si tendemos a ser dogm áticos no aceptamos que puedan existir personas que tengan la razón y caemos en el error de afirmar que sólo nuestras ideas se deben enseñar al mundo. Nos alejamos de la reflexión crítica y si tenemos alguna experiencia desagradable, decimos enfáticamente: nunca volveré a pasar por esta situación; nunca beberé de esa agua o jamás volveré a hacer aquello. Si hallamos algo que nos atemoriza o no entendemos simplemente lo evitamos sin someterlo al examen de la razón. Si se trata de personas d

Interrogarnos debe ser una costumbre.

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Cuando observo a las personas que van por la calle me doy cuenta que son muchas las que llevan demasiada prisa. Mas cuando a una de ellas le pregunto que hacia dónde se dirige suelen titubear al darme una respuesta. Este hecho demuestra que no saben su objetivo o que no se creen capaces de conseguirlo. En sus palabras hay inseguridad y en sus acciones ligereza. Aunque como seres humanos estamos inclinados al error, si tuviéramos la sana costumbre de interrogarnos evitaríamos equivocarnos tanto. De nada sirve establecer metas si fallamos en el diseño de las estrategias para conseguirlas. O al intentar ir hacia ellas equivocamos el camino. El fracaso comienza cuando no hacemos la pregunta correcta o no sabemos la respuesta. Saber interrogarnos es todo un arte y dar la respuesta acertada es demostración de gran sabiduría. Tomemos la pregunta: ¿Qué deseo yo de la vida? Lo primero que advierto es que la formulación de esta interrogante disminuye la extensión de mis deseos y facilita