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Las fiestas en Coyaima

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Por Efraín Gutiérrez Zambrano Hay dos santos que llenan de alegría, música y danza el viejo Tolima. Entre San Juan y San Pedro tamboras, tiples y guitarras hacen bailar a las gentes de ciudades y pueblos. Durante una decena de días el peso de la tradición musical y folclórica se siente en el aire bajo el sol que hace cantar y bailar cañas, sanjuaneros, bambucos y rajaleñas. Personajes míticos recorren las calles y las nuevas generaciones encuentran en ellos la fantasía que les acompañará toda la vida. Es un verdadero ejercicio de solidaridad y democracia. Autoridades, comerciantes y pueblo hacen de esos días espectáculos de magia y paradoja de la vida real. La calle se vuelve encantadora y bajo los árboles del parque central la brisa se siente en las mejillas sin que aflore la vergüenza o en la espalda la paranoia aumente la sombra en la noche. Intentaré reconstruir la historia y vivencias que dejaron en mi alma tres días en la dulce Coyaima indiana. Compartir con sus...

EL TRONCO Y LA NIÑA

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EL TRONCO Y LA NI ÑA NI ÑA: ¡Qué horror! No veo sino el campo yermo, solitario. ¿Dónde está el árbol? ¿Dónde la gala y el perfume de las flores? ¿Dónde las avecillas y las mariposas danzando en el éter azul? ¡Qué ho­rror! ¡ Qué tristeza, qué soledad! TRONCO: ¡Pst, pst, pst! ¡Mira, ni ña. Ven! NIÑA: ¿Quién me llama? ¡Uy, qué miedo! TRONCO: No te asuste mi voz, linda niña. Mira al suelo, aquí, a tu lado. NI ÑA: Oh, sí, ya te veo, canoso tronco, descan­sando sobre la madre tierra. ¡Pobrecito. Te dejaron sin ramas y sin hojas! ¡Ay, cómo tendrás de frió! TRONCO: Cierto, no soy más que un viejo tronco que el sol y la lluvia, aliados con mi verdugo el viento,  quieren transformar en humus, en  ceniza que fácilmente por los aires vuele, o que vaya a dar al mar, llevado por las aguas de los ríos! NIÑA: ¿Y cómo te defiendes, querido tronco? TRONCO: ¡Ay, niña!, cuando era frondoso árbol me podía defender del aire, del agua y del sol. Pero un día el hacha cruel...