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Mostrando las entradas etiquetadas como Desasosiego

Entre la inconformidad y la indolencia.

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Es bueno ser inconformes, pero no es lo más conveniente hacer de la inconformidad una costumbre. Hay quienes no se hallan a gusto con su estatura o con el color de sus ojos. Es difícil que alguien admita que está de acuerdo con su sueldo. En la casa nos molesta la distribución de las cosas y muchas veces deseamos tener un montón de cachivaches que llenen la sala. Para algunos son mayores los traumas y egoísmos que las ganas de vencer y escalar la cima sin desconocer a los demás. No faltan aquellos a quienes les irrita el comportamiento de su pareja o de sus hijos porque no aceptan los consejos que de ellos reciben. En fin, parece que nos sentimos incómodos hasta con nuestro rostro porque no expresa alegría. Sin embargo, existe una multitud que afirma que sin esa inconformidad no se puede esperar el progreso social y el crecimiento personal. Otra afirma que si abandonamos la inconformidad admitiremos la indolencia que es peor enfermedad. Y seguramente conoceremos a personas que dicen...

Del jardín al caos.

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    Estos tiempos en que la nanotecnología sorprende cada día más con ingeniosos artefactos dejan al ser humano estupefacto. Sin embargo, sorprende que las amenazas internas y externas vayan en aumento. Pero olvidemos por ahora las últimas para concentrarnos en las primeras que tienen tanta influencia en la vida familiar, laboral, estudiantil y social. La ira, el desasosiego como lo llamaba el portugués Pessoa, el miedo (algunas veces inexplicable) son causa de respuestas inmediatas que se expresan en actitudes y palabras que comprometen el ser propio e indisponen la tranquilidad de nuestros semejantes. Aunque las amenazas no dan espera, reflexionar sobre ellas arroja luces sobre la manera cómo podemos enfrentarlas cuando se presenten en nuestra vida cotidiana. Son ciertas reacciones que podemos mitigar y, en el mejor de los casos, evadir. Cualquiera de estas amenazas internas mencionadas, si se deja que se hospeden de forma permanente, conducen a enfermedades que ...

Las lecciones que el dolor imparte.

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Para el ser humano es difícil aceptar los cambios que la vida le impone. Basta con observar algunas mujeres que se resisten a colocarse los anteojos que le son formulados para leer porque dizque les disminuyen su belleza. Su vanidad no les deja comprender que negarse a su uso habitual aumentará la miopía y con el tiempo podría venir la ceguera. Y ciegas no verían la vanidad ajena ni el color de ojos que las miren.   En algunas ocasiones, cuando nos miramos en el espejo nos damos cuenta que la piel del rostro no tiene la lozanía de los quince años y esa realidad termina por deprimirnos cuando le damos tantas vueltas en la cabeza sin poder comprender lo inexorable del tiempo. Somos seres que crecemos, pero que también el tiempo disminuye con sutil caricia. Resulta más arduo aún reconocer que debemos tomar decisiones que de no hacerlo pueden causarnos la muerte. Al paciente a quien los médicos le recomiendan la amputación de las piernas a cambio de seguir con vida le es sumam...
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¿Qué hacer frente al imperio del tedio? 21  de febrero de 2013 La razón, al igual que los músculos, se cansa. Cuando experimentamos que el pensamiento se vuelve lerdo es que está fatigado y le es difícil subir la empinada senda del esfuerzo intelectual. Este es un síntoma de especiales cambios en los paisajes de nuestra interioridad. Sentimos que nos cuesta trabajo reflexionar y que hemos perdido la vista y por tanto no alcanzamos a vislumbrar el horizonte que esperábamos iluminara y atrajera. La alegría como la esperanza huyen de nosotros y el espíritu se llena de angustia indefinible que nos hace insoportables hasta con nosotros mismos. Ninguna posición es cómoda y no existe placer ni para el paladar ni para la piel. Todo es sólo sed y hambre de algo pero no atinamos a saber lo que es. Los jóvenes para no fatigarse en la nominación denominan este estado como “mamera existencial.” Es el diminuto imperio del tedio que está desmantelando el alma, piensan algunos como yo. R...