Efraín Gutiérrez Zambrano Llegar a Girardot, a su parque principal, el de Bolívar, fue esta mañana un encuentro con la vida y la muerte en la misma esquina, la nororiental de la carrera 12 con la calle 18 donde esperaba poder pasar la calle. Primero apareció un carro fúnebre y a los pocos minutos un grupo de músicos donde los niños llamaban la atención con sus trajes típicos de campesinos cundinamarqueses. El féretro junto a sus dolientes ingresó a la catedral y el sacerdote inició la Eucaristía para despedir al fallecido. Desde la esquina diagonal al Colegio de la Presentación la música de Colombia lanzó al aire sus arpegios para reclamar su derecho a la vida. Abel Antonio Villa resucitó ante la impasible mirada del Libertador que cerca presidía el espectáculo suspendido en el aire a tres metros de altura. Gaitas y porros desfilaron de esquina en esquina hasta despertar el alma de la fiesta. Dos norteamericanas se sumaron a quienes atraparon los clarinetes y saxofon...