El amor es...
Después de una noche de excesivo calor, abrimos los ojos para contemplar la duda agazapada en el recuerdo o la ambigüedad colgando de la brisa matutina. Los escenarios del sueño se borran como neblina que acaricia el sol. El manantial que se convierte en río se evapora y sentimos la sed que nos inquieta y angustia. Sin embargo, sonreímos al sol que nos saluda porque la conciencia nos impulsa a gritar que estamos vivos y el bullicio de las horas comienza a caer sobre nosotros como torrencial aguacero. Luego prendemos la radio o la televisión para cerciorarnos de que muchos murieron el día anterior en extrañas circunstancias y estar oyendo o viendo es una maravilla. Miramos hacia atrás y hallamos nuestras equivocaciones en su hedor insoportable. Hacemos un rápido balance para exorcizar el aire que nos ahoga con el peso de la culpa y después de luchar con los recuerdos nefastos concluimos con extraña lucidez: ¡Hoy es el día perfecto! Nos ponemos com...