Es mi empleo.
Ahora que mis manos están llenas de años quiero lanzar al mundo sus monedas. Tal vez alguien las recoja para festejar. Otros para criticar sus fulgores. Con ellas nada se compra en las mercaderías. Son monedas de oro que dan luz a ciegos, buscadores y mineros. Son monedas acuñadas por el tiempo. ¡Qué mejor acuñador que el tiempo! Mis manos están llenas de tiempo. Rígidas y punzantes, como el enebro, se volvieron mis manos. Monedas que ostentan embriaguez. La embriaguez que dan los años. Como el vino. hacen perder el juicio. El vino sabe a nostalgia y la nostalgia enceguece. Pero en esa ceguera hay luz. Luz que asombra a los mineros. A mis años no tengo otro oficio que lanzar monedas.