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Mostrando las entradas etiquetadas como Lealtad
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Aprende a escuchar. 9  de marzo de 2013 Desde que nace el ser humano experimenta la necesidad de escuchar. En la infancia, cuando apenas balbucea, desea indagar. En la adolescencia espera que alguien le sepa guiar y aconsejar. Cuando su mente se llena  de preocupaciones y comienza a sentir la existencia como fardo, aspira a manifestar lo que piensa, y para conseguirlo, busca a alguien que lo escuche. Aunque receloso, se da a la tarea de encontrar una amistad, una compañía, para tratarla como gran tesoro. En las palabras, los mágicos vestidos de las ideas, varones y mujeres hallan el vehículo que el alma necesita para proyectarse hacia otro y henchida, ya de alegría, ya de tedio, romper el silencio que impone la desconfianza. Cuando alguien lo escucha entiende que a esa persona le interesa y deja de ser taciturno. Sabe que la timidez es signo de incomprensión e incompetencia. No saber comunicarse le aísla y disminuye. Hallar a alguien que lo escuche, lo acoge y tran...
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Aladino y la maravillosa felicidad. 26  de febrero de 2013 Se dice que todos los seres humanos deseamos ser felices. Pero olvidamos formularnos la pregunta cuya respuesta nos indicará lo que debemos hacer para ser felices. La felicidad más que un estado es una opción frente a las circunstancias y las cosas que nos rodean. La mayoría de las veces procedemos igual que Aladino al encontrar la lámpara. Comenzamos a frotarla y a pedir sin pensar en lo que realmente nos haría felices. No somos capaces de escuchar la pregunta que el genio nos hace: ¿Hay algo que pueda hacer por usted y que lo haría feliz y hasta llenaría de gozo su corazón inquieto? Tampoco advertimos que esa cueva siempre ha existido allí en el bosque donde solemos ir todos los días como le ocurría a Aladino. Esa cueva es nuestra conciencia y su voz es la del genio que la acompaña. A veces se pasa la vida entera sin que hallemos el tiempo y el lugar para formularnos esa pregunta vital, esencial  e indispen...
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Ventajas del consuelo   8 de febrero de 2013 Cuando éramos niños y alguien o algo nos lastimaba corríamos a buscar a nuestra madre o a la buena de la abuela o a esa tía que lloraba con nosotros si veía lágrimas en nuestras mejillas. Seguramente que la rodilla presentaba una pequeña raspadura. Pero con decirnos sana, que sana, pelitos de rana bastaba para sentir nuevamente el gozo de vivir. Luego cuando nos hicimos jóvenes intrépidos no faltó el desaire y el rotundo no de ese amor que nos interesaba y buscamos una amistad que nos comprendiera y nos diera el consuelo que el alma requería.  Conocimos temprano el dolor que el sentimiento de frustración deja en nuestro espíritu, pero lo más importante es que fuimos conscientes de la importancia del consuelo. Ahora que ya somos mayores y hemos formado nuestras familias, cuando las adversidades nos amilanan buscamos refugio en la ternura hecha mujer que Dios nos regaló o ella busca los brazos de su amado para sentirse pro...

Sin lealtad no hay amistad

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Qué difícil es para el ser humano ser fiel y qué tarea tan ardua experimentar la lealtad. La fidelidad y la lealtad son valores fundamentales para las relaciones humanas y no se pueden separar. Están tan cercanas como el oxigeno y el hidrógeno en la gota de agua. Ambas tienen su fuente en el compromiso que se adquiere con discernimiento y espontánea libertad. No se puede llegar a la lealtad sin comenzar por acumular pequeñas dosis de fidelidad. Pero esta parte de la fe en el otro. Es la palabra que designa la confianza que depositamos en otra persona porque nos interesa o la amamos. En tanto que la lealtad es mantenernos firmes en el compromiso de no romper el lazo que nos une espiritualmente a una persona a pesar de las circunstancias adversas que sobrevengan. Muchos son los ejemplos de fidelidad y lealtad que nos dan perros y caballos que en nada estiman sus vidas si entregando la propia salvan la de sus amos. Son historias que nos conmueven y hasta nos llevan al paroxismo y al ...