Cuando la muerte nos visita.
La muerte es una realidad natural, más amiga de la vida que de ella misma. Si no fuera así sería eterno el sufrimiento del enfermo que agoniza. Pero ninguna muerte nos duele tanto como la de aquella persona que anidaba en el corazón. Su presencia nos transforma y como salsa amarga recorre el cuerpo que languidece. Pero razón tenía Miguel de Unamuno al decir: “Una vida sin muerte, sin catabolismo en su incesante anabolismo no sería más que una muerte perpetua, un reposo forzado. La vida real se mantiene mediante la muerte.” Hoy mi voz desea ser bálsamo para mis amigos venezolanos. Pensando en ellos y acompañándolos, recordé la fea cara de Caronte, pero también traje a la memoria la esperanza que Jesucristo nos legó al resucitar. Que Dios abrace al controvertido y amado Comandante de la Revolución Bolivariana. Aquí le dejo, Venezuela hermana, este canto: ...