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Mostrando las entradas etiquetadas como alquimia del amor. poemas de Efraín Gutiérrez Zambrano

Flamel, el más famoso de los alquimistas.

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Capítulo 1: El Verbo de Piedra La ciudad de París parecía contener el aliento. Era la noche del miércoles primero de diciembre del año de gracia de 1390. Un manto de frío sepulcral cubría los tejados de pizarra como un sudario blanco. Las farolas, apenas encendidas, proyectaban figuras espectrales sobre los muros de piedra gris que serpenteaban la rue des Écrivains. Al final de esa calle, como un vigía del saber oculto, se erguía la casa del librero juramentado: el santuario del maestro Nicolas Flamel. Aquella noche, las puertas del saber se abrían por última vez. La sala del conferenciante, revestida con madera tallada y cubiertas de pergaminos iluminados, tenía una atmósfera solemne. La luz mortecina de las velas titilaba al compás del viento que se colaba por las rendijas de las vidrieras emplomadas. El aire olía a cera, a cuero viejo… y a algo más: una fragancia mineral, sutil, como de hierro pulido y azufre quemado. Allí estaba él. Nicolas Flamel apareció, vestido con un...

El amor es...

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    Después de una noche de excesivo calor, abrimos los ojos para contemplar la duda agazapada en el recuerdo o la ambigüedad colgando de la brisa matutina. Los escenarios del sueño se borran como neblina que acaricia el sol. El manantial que se convierte en río se evapora y sentimos la sed que nos inquieta y angustia. Sin embargo, sonreímos al sol que nos saluda porque la conciencia nos impulsa a gritar que estamos vivos y el bullicio de las horas comienza a caer sobre nosotros como torrencial aguacero.   Luego prendemos la radio o la televisión para cerciorarnos de que muchos murieron el día anterior en extrañas circunstancias y estar oyendo o viendo es una maravilla. Miramos hacia atrás y hallamos nuestras equivocaciones en su hedor insoportable. Hacemos un rápido balance para exorcizar el aire que nos ahoga con el peso de la culpa y después de luchar con los recuerdos nefastos concluimos con extraña lucidez: ¡Hoy es el día perfecto!     Nos ponemos com...

Es mi empleo.

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Ahora que mis manos están llenas de años quiero lanzar al mundo sus monedas. Tal vez alguien las recoja para festejar. Otros para criticar sus fulgores.   Con ellas nada se compra en las mercaderías. Son monedas de oro que dan luz a ciegos, buscadores y mineros.   Son monedas acuñadas por el tiempo. ¡Qué mejor acuñador que el tiempo! Mis manos están llenas de tiempo. Rígidas y punzantes, como el enebro, se volvieron mis manos. Monedas que ostentan embriaguez. La embriaguez que dan los años. Como el vino. hacen perder el juicio. El vino sabe a nostalgia y la nostalgia enceguece. Pero en esa ceguera hay luz. Luz que asombra a los mineros.     A mis años no tengo otro oficio que lanzar monedas.

Abre tu puerta a la oportunidad

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Si deseas leer el poemario sólo debes hacer clic: Distribución nacional:  https://www.autoreseditores.com/libro/18172/efrain-gutierrez-zambrano/desde-el-silencio-del-abismo.htmlPágina Web de la Editorial:  https://www.paginasdeagua.com/tienda Sobre la cima de la montaña resbala con lentitud el sol. Dios me llama a golpear en el hombro a la oportunidad. Esto lo comprendo muy bien pero no sé si tengo la fortaleza de salir a perseguirla. No sé si volteará los ojos para fijarse en mí y quedarse como la semilla dispuesta a germinar. Al fin y al cabo ella no sabe si yo la cuidaré con paciencia y si en las tardes podaré sus ramas con ahínco. Dios es quien brinda la oportunidad sobre la montaña y la hace resbalar sobre las cabezas de pobres y pudientes. Él, en su misericordia, risa y llanto envía con la lluvia Pero se recibe más a gusto el canto de las aves que la fresca blancura que empapa los vestidos y la piel. A veces se rechaza la oportunidad del...

Hablemos de Alquimia del Amor

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Buscar un rayo de esperanza que ilumine la soledad del ser humano es misión que todos comprenden Salir al jardín y admirar el rocío sobre las flores. Pensar en ella o en él. Es rutina en el amanecer del alquimista del amor. No se puede negar que la búsqueda puede ser tortuosa e infructuosa. Sin embargo, desde que se nace se busca una gota del efluvio infinito del amor. Buscar, a través de la senda vital, el alma gemela no es tarea fácil. A veces, son mayores las equivocaciones que los aciertos. Es más, en algunas ocasiones, es indispensable inventar una estrategia para cazar el primer beso. Si eres creativo, te acercas con pasos furtivos a la campiña desconocida en busca de néctar como si fueras abeja. Sin embargo, de regreso te das cuenta que llueve sobre el verano que habías soñado. El anochecer te lleva rendido, prisionero a los aposentos y no descansas. Sólo tienes sueños en blanco y negro. La noche estira su espinazo y tú la ves trepar hacia las estrellas sin que la puedas ...

Desde la ventana

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Miro a través de la ventana donde la luz rebota en tu recuerdo. Bajo la lluvia  los labios que dieron forma al primer beso hacen crujir las imágenes que reflejan el invierno solitario. El vendaval marcó en el calendario el día de tu despedida. Ya ni siquiera el canto de las aves despierta los deseos. La paja de los nidos huele a olvido y los pinos que dieron a mi alma abrigo y sombra flotan en los ríos de mis ojos. La furia de la avalancha me asfixia. Pero más me hiere la nieve de tu ausencia. Ese dolor que moja los cristales ciega las nubes que me observan. Descubro que el eco de tu risa me persigue sin darme tregua. Sólo tengo la esperanza de llegar a tus parajes a entregarte de nuevo el sol de primavera que hizo arder nuestros besos como ascuas. Tomado de Molinos de fuego de Efraín Gutiérrez Zambrano