Una fábula para provocar risas y llantos.
Casi todos los cuentos comienzan con la tradicional frase Érase una vez…, pero como esto no es cuento y menos de niños, y el fenómeno indigna, debe decirse que lo que sucede es que hay un zorro que viene escandalizando a las desmemoriadas gallinas y a otros animales de la granja que en el aire no se escucha otra cosa que aplausos y vituperios. Aplausos que amplifican los amigos del zorro y vituperios que repican los cascabeles de quienes no comparten sus desmanes. Esto demuestra que en esta granja, perteneciente a La Gran Hacienda, la polarización de sentimientos sigue tan campante como en los tiempos bélicos de los Mil Días. Y como en esos tiempos, pese al fragor y la crueldad del combate, el horizonte en los amaneceres se tiñe de verde y en las orondas nubes se dibujan rostros de paz. Ha sido tan vehemente el deseo de paz y bienestar que hasta se ha buscado sobre barcarolas e islas, lejos de las miradas insidiosas que petrifican las aspiraciones y sueños de o...