El día E
Efraín Gutiérrez Zambrano
Publicado en La Tribuna, edición de Abril de 2015

Entre los profesores y profesoras de
las instituciones educativas que aceptaron el reto de planear estrategias para
hacer de nuestra patria la más educada en el 2025, como era de esperarse no
todos y todas tenían claro los objetivos de tan loable ejercicio y cuya
semejanza con un equipo de fútbol dejó a la luz del día que no todos estaban
dispuestos a sudar la camiseta.
Para no conjeturar me di a la tarea de
caminar y hablar con los protagonistas de las acciones del día E. Así tuve la
oportunidad de escuchar de labios de una profesora que mejorar la calidad de la
educación beneficiaba sólo a su rectora y a sus directivos docentes. No faltó
el profesor que se extendió en el discurso de la desobediencia civil porque eso
no era más que una cortina de humo levantada por la dirigencia política, ahora
encabezada por la ministra. Dialogué con la directora de un colegio privado y
me dijo que era el colmo de la insensatez de nuestro gobierno creer que por
decreto se puede mejorar el desempeño de los muchachos y muchachas que hoy
tienen otras motivaciones, menos la de estudiar. Un padre de familia, arrugando
la frente y dando a sus palabras un tono agresivo, sólo se limitó a expresar
que esa era otra excusa para no dictar clase como si la educación de Colombia
fuera de las mejores del mundo. Una muchacha de ojos vivarachos, mirándome
extrañada, me contó que en su colegio lo que hicieron fue regar las plantas del
jardín como actividad ecológica en defensa del agua.
Con este panorama, yo, una persona que
dediqué mi existencia a cumplir la obra de misericordia de enseñar a quien no
sabe, no puedo quedarme perplejo y boquiabierto.
Lo que pasa es que aquí la temática de
la calidad de la educación se mira como si fuera un cachivache. En los colegios
privados, y me refiero a la mayoría, el rector y propietario estima en más
valor asegurar una batería de baños que la capacitación de los profesores. Este
rubro no se contempla en el presupuesto. En las instituciones educativas de los
entes estatales es evidente la falta de compromiso de muchos docentes que ni un
minuto extra le dedican al seguimiento de las conductas equivocadas de sus
estudiantes. En la familia no existe el compromiso del acompañamiento continuo
y permanente del proceso de aprendizaje de los hijos porque papá y mamá tienen
que salir a trabajar para reunir para los gastos que demanda el presupuesto
familiar. Los profesores y profesoras tienen que asumir una actitud estoica
para levantar la frente y mirar a una sociedad indolente con quienes hicieron
de la enseñanza su profesión. Los muchachos, sedientos de innovaciones
tecnológicas, bucean en la superficie de una panacea interconectada, según
ellos, que reemplazará a la educación y a los libros y por eso casi todo se lo
preguntan a internet.
Sin embargo, aún tengo fe en la
educación y considero que ella es la llave que abre las puertas que conducen a
la prosperidad, pero se necesita que de ella no haga el gobierno y los
propietarios de las instituciones educativas la última de las prioridades y que
la familia no deje a la escuela la responsabilidad de enseñar lo que debió
aprenderse en casa.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario