Sobre la Batalla de Boyacá.



La Campaña Libertadora de 1819 se realizó durante 77 días, desde el 23 de mayo, cuando Simón Bolívar expuso el Plan en la aldea de los Setenta ante los Jefes del Ejército Patriota que marchó desde los Llanos de Casanare, atravesó la cordillera de los Andes y recorrió las tierras de la Provincia de Tunja. (El Congreso de Cúcuta cambió el nombre de la antigua Provincia de Tunja, en homenaje a la memorable Batalla de Boyacá. Por eso ahora lo conocemos como Departamento de Boyacá). El Plan culminó en el Puente sobre el río Teatinos.

El sábado 7 de agosto de 1819, españoles y criollos se enfrentaron en la famosa Batalla de Boyacá, a 14 kilómetros de Tunja y a 110 kilómetros de Bogotá, en el sitio de encuentro del camino de Samacá y el camino real que llevaba a Santa Fe de Bogotá. El Ejército Realista (fuerza leal a la corona española) tenía como misión regresar a Santa Fe de Bogotá, y el Ejército Libertador, impedir que se cumpliera y decidido a conquistar su propio territorio. Sus victorias en los combates de Gámeza (11 de julio) y el Pantano de Vargas (25 de julio) le elevaron la moral. Detener a los Realistas que pretendían arribar a Santa Fe de Bogotá, para reagruparse con las fuerzas del virrey Sámano, era la más importante tarea aquel sábado 7 de agosto de 1819.

Para llegar a Santa Fe de Bogotá, los Realistas debían pasar el puente sobre río Teatinos. Allí, desde el amanecer, ocultos entre matorrales y piedras, Simón Bolívar y su ejército vigilaron a José María Barreiro y sus soldados. Todo lo que se debía hacer era esperar que el sol avanzara e iluminara para sorprenderlos en el momento oportuno. Hacia las 10 de la mañana, el Libertador mandó a sus tropas que se movieran con cautela y sigilo para que el Ejército Realista no los detectara.     

El Ejército Realista, formaba parte de la tercera división del Expedicionario de la Reconquista, conformado por 2.670 soldados (2.300 de infantería, 350 de caballería y 20 de artillería). Su comandante, el coronel José María Barreiro era un joven español de 26 años con una gran hoja de vida tanto académica como militar. El jefe del estado mayor era el coronel Sebastián Díaz, y el coronel Francisco Jiménez comandaba la vanguardia.

El Ejército patriota, liderado por Simón Bolívar, lo integraban 2.850 combatientes (ingleses de la Legión Británica, criollos, mulatos, mestizos, zambos, indígenas y negros). Llaneros y santandereanos conformaban la mayoría.

Cerca de las dos de la tarde, la descubierta del ejército patriota, encomendada al capitán Andrés Ibarra y sus jinetes, descendió del boquerón de El Tobal y llegó hasta la casa de Teja y sus alrededores, donde se enfrentó a la vanguardia realista que estaba en pleno almuerzo. El general Francisco de Paula Santander entró en combate con la vanguardia y los cazadores de la Vanguardia Realista repelieron el ataque.

Después de dos horas de combate (la batalla terminó hacia las 4 de la tarde), el ejército Realista se rindió y fueron tomados como prisioneros. Hubo más de 100 realistas muertos, 13 soldados patriotas fallecidos, y 53 heridos, entre ellos el coronel Fray José Ignacio Mariño y Soler, Capellán general del Ejército Libertador.

En la noche del 7 de agosto, Pedro Pascasio Martínez, de 12 años, quien se incorporó al Ejército Libertador cuando éste pasó por Belén, su tierra natal, se convirtió en héroe. En compañía del otro cuidador de caballos, el negro José, hallaron a Barreiro, detrás de unas piedras. Con sus lanzas lo amenazaron de muerte. El oficial ante el peligro inminente quiso sobornar al niño soldado, quien rechazó las monedas de oro que el comandante español le ofrecía para que lo dejara huir y lo llevaron ante el Libertador. Bolívar, un poco molesto porque el niño demoraba en llevarle su caballo, al verlo llegar con Barreiro no dudó en darle el ascenso de soldado a sargento al decirle: “Muy bien mi sargento Martínez”. También ordenó que se dieran 100 pesos.  

El glorioso triunfo a favor de los Patriotas dejó sin defensa ni resistencia al Ejército Realista y el virrey Juan de Sámano, que se encontraba en Santa Fe, huyó al enterarse de la victoria de Bolívar y le dejó el camino libre al Libertador para que entrara en Santa Fe de Bogotá.



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