1.
TEMOR A LA INESTABILIDAD:
Lamentablemente nosotros experimentamos paradójicamente debilidad y fortaleza
al “poseer” bienes o a otras personas que nos rodean. Si poseemos, las personas
y las cosas nos dan una seguridad de papel. Dedicamos mucho tiempo, por no
decir toda la vida a desear a otros o a poseer cosas y no nos detenemos en
pensar en nuestro paisaje interior donde el amor sea el sol o en el bagaje
intelectual donde el conocimiento sea el pan de cada día.
2.
TEMOR A PENSAR: Surge del miedo
al rechazo, creemos que no sirven de
nada las ideas nuestras, que nos van a tildar de idiotas o simplemente es un
miedo a cambiar la imagen del ser humano que deseamos proyectar, nos pasamos el
tiempo denigrando o calumniando a las personas y hasta nos gusta depender de las
ideas ajenas y simplemente las imitamos y no tratamos de imaginar y realizar lo
original que hay en nosotros. Y como consecuencia de este temor florece la
envidia que nos amilana y empequeñece. Falta que nos preguntemos: ¿Qué es lo
que quiero o si realmente necesito eso? Muchas veces sabemos que es humo lo que
respiramos, que es pura vanidad, el miedo a la crítica nos impide desarrollar la
personalidad porque nadie nos ha dicho que ese plan es bueno o se puede mejorar,
no creemos que se pueda construir nuestro sueño. Carecemos de fe en nosotros
mismos.
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