Estrategias para desarrollar el pensamiento crítico.
Por
Efraín Gutiérrez Zambrano
Una pregunta que todos los días los
docentes repiten en sus reuniones de formación pedagógica es ¿Cómo puedo yo
desarrollar en el aula un pensamiento crítico en mis estudiantes?
Sería ideal que alguien nos diera una
respuesta que asegurara su desarrollo desde el primer día de clases hasta aquel
momento feliz de la graduación como profesional y ciudadano. Lamentablemente,
el sentido común y la experiencia nos dicen que en pedagogía las buenas
respuestas llegan después de mucha observación y reflexión. Con el paso de los
años el camino se va aclarando como cuando el sol comienza a salir en las
montañas de oriente.
El desarrollo del pensamiento crítico
nos recuerda a un viejo maestro griego que salía a las plazas a preguntar a sus
conciudadanos para hallar la verdad que buscaba. Sócrates y su método de la
mayéutica, sigue vigente en pleno siglo XXI porque el centro del pensamiento
crítico es precisamente la pregunta. El profesor o mediador, para utilizar un
término actual, debe recordar siempre que una de sus tareas esenciales en el
aula es despertar el deseo de aprender en niños y niñas. Al fin y al cabo, ¿qué
es la vida? Un conjunto de deseos. Pero los triunfadores son los que logran
satisfacerlos y los fracasados los que a toda hora se lamentan porque la
satisfacción de sus deseos es cada día más esquiva. Y la causa de su fracaso es
un mal aprendizaje.
Si queremos estudiantes
productivos para el país, y satisfechos con sus vidas, debemos convertir el
aula en un gran foro donde se confronten los pensamientos y los sueños sin
temor a la censura o al ridículo. La escuela debe propiciar los encuentros de
las culturas más diversas y abrir espacios para que todos los miembros de la
comunidad educativa expongan sus visiones del mundo y de la vida. Cada clase,
en un día de escuela, debe ser una ventana que permita, a través de sus
cristales, ver la belleza de los paisajes de esos mundos desconocidos cuya
fascinación atraiga a niños y niñas a la exploración y la aventura.
Pero la escuela no puede
llegar a los debates que transformen la vida ciudadana si antes no descontamina
el aire de tanto prejuicio y actitud dogmática que impide que la tolerancia
brille como sol al medio día. Curiosidad y tolerancia se necesitan tanto como
hidrógeno y oxígeno a la hora de calmar la sed.
Sólo cuando el profesor
o mediador es capaz de despertar el deseo (curiosidad), los estudiantes sienten
la sed del conocimiento y la necesidad de ir a buscar esa verdad que desconocen
e inquieta sus vidas. Si el deseo es genuino no regresarán al aula sin la
respuesta acertada y el corazón satisfecho.
Si comprendemos lo
anterior veremos cómo brota la primera estrategia en la que debemos
ejercitarnos como mediadores antes de ir al aula. Estrategia que se transforma
en el objetivo más importante de los primeros años de escolaridad y que podemos
señalar así:
Enseñar a niños y niñas a formular preguntas que conduzcan al
conocimiento y la compresión mediante una comunicación asertiva.
En consonancia con este objetivo
anteriormente presentado, como mediadores, tenemos el deber de reconducir las
preguntas insuficientes o ineficaces en la dirección adecuada y de ser
necesario, crear la duda, a manera de guía, para llegar a la meta propuesta y
adecuada a la lógica y a la verdad.
A manera de ejemplo detengámonos en este
interrogante: "¿Es la limpieza del parque responsabilidad de los vecinos o
es un asunto que debe resolver el Estado mediante la imposición?". Notamos
que el ejemplo presenta términos oscuros que necesitan definirse con la ayuda
del profesor o profesora tales como "responsabilidad", “Estado” e
“imposición”. Definir y describir son operaciones mentales que constituyen para
muchos niños verdaderos retos, pero sin la claridad suficiente en la percepción
de la pregunta el debate será antes que un desafío intelectual, un galimatías
que lo alejará del deseo de expresar sus puntos de vista.
Hechas
las aclaraciones y comprendida la pregunta por parte de los estudiantes el
papel del mediador no se puede reducir al de un convidado de piedra sino que
debe ser un protagonista activo. Para conseguir este propósito, tercera
estrategia, además de moderar y escuchar atentamente las intervenciones de sus
estudiantes, el profesor tiene que apoyar
con expresiones que aprueben los aciertos y haga notar las equivocaciones o
invite a la profundización. Decir, por ejemplo, estoy de acuerdo o pienso que
sería conveniente que examines tus palabras o podría aclararnos eso que acabas de decir son apoyos valiosos para
el debate de los niños y niñas. También conviene recordar algunas de las formas
socráticas que se suman a las escritas en cursiva: Algunas preguntas de
estilo socrático son:
ü ¿Qué quieres decir realmente con...?
ü ¿Cómo llegas a esa conclusión?
ü ¿Qué es lo que realmente se está diciendo?
ü Supóngamos que te equivocas. ¿Qué consecuencias
tendría esta equivocación?
ü ¿Cómo podría saber que lo que dices es verdad?
ü ¿Por qué es esto importante?
Es
prudente que los estudiantes reciban este refuerzo para acrecentar su
autoestima y autonomía.
Para
comenzar digamos que el debate exige el desarrollo de la competencia
argumentativa así como la claridad y precisión conceptual. De ahí que señalara
que el profesor debe definir y aclarar
todos los términos que constituyan la pregunta desestabilizadora antes de abrir
la discusión. Desde la perspectiva actitudinal nadie puede negar que
mediante este instrumento fomentamos en los niños y niñas actitudes y valores
como el respeto, la tolerancia, la capacidad de espera, (es decir, disminución
de la impulsividad), la paciencia, el sentido de comunidad, por mencionar
algunas de las más notorias.
Pero además no olvidemos entre otras
ventajas las siguientes:
• Desarrolla habilidades para argumentar e inferir.
• Permite observar la madurez del grupo.
• Facilita la valoración de las ideas ajenas y la confrontación
con las propias.
• La discusión prepara para la resolución de problemas y
conflictos de convivencia.
Probablemente algún docente dirá, como excusa para no usar el
debate entre los niños y niñas, que se
necesita la atención total por parte del profesor y que el grupo se puede salir
de control. Pero a pesar de estas desventajas puede aportar mucho al desarrollo
del pensamiento creativo.
Cerremos el paréntesis y prosigamos con la cuarta estrategia que
podemos denominar modelación del debate. Esta consiste en hacer demostraciones y dar ejemplos prácticos sobre cómo participar en
este tipo de conversaciones. Señalar la importancia de diferenciar a las
personas de las ideas y ayudar a los estudiantes a estructurar sus preguntas e
intervenciones antes de expresarlas verbalmente para no caer en el error de
hablar por hablar.
Si conseguimos evidenciar estas destrezas en los primeros años de
escolaridad cuando los estudiantes ingresen al bachillerato no será una
sorpresa que en asignaturas como Lengua y Literatura, Ciencias Naturales
Ciencias Sociales, Filosofía y Competencias
ciudadanas sean competentes en el manejo y comprensión de los discursos
argumentativos, narrativos e informativos. Para los estudiantes que crecen
entre la incertidumbre que proporcionan las preguntas y la perplejidad que ofrecen algunas
respuestas el conocimiento es un ponqué que llena de sabores agradables la
vida.
Como sexta estrategia digamos que el profesor o profesora de párvulos o de bachillerato no
puede pasar por alto que los niños
tienen en su persona el modelo a seguir y que todo cuanto les diga para ellos
es artículo de fe. Por tanto en estos primeros años de formación es el
mediador(a) quien debe escoger los contenidos y valorar las intervenciones con
mucha objetividad sin caer en favoritismos que lesionen e impidan el
aprendizaje. Caer en esas preferencias sólo acrecienta rumores y envidias.
El error anterior es mucho más grave si se comete frente a los
adolescentes porque el profesor queda en entredicho y su poder moral
disminuido.
Por eso, como séptima estrategia, se ha de tener presente que un verdadero debate es un desafío intelectual donde
el docente hace un papel similar al del árbitro en un partido de fútbol. El
docente debe limitarse a observar y escuchar. Sólo al final y citando,
preferiblemente de manera exacta, las ideas expresadas por los estudiantes
resumir y concluir el tema.
Al comprender las tareas
asignadas, los debatientes comprenderán que los límites del conocimiento son
inconmensurables y que todos los días debemos tener una mente abierta y
dispuesta para el aprendizaje.
También puede ocurrir, así llegamos a la novena estrategia, que al
concluir el debate el docente permita
que los estudiantes se evalúen mutuamente no sin antes revisar que tengan la
madurez para hacerlo. Hay grupos y en particular algunos estudiantes que
consideran que la evaluación es un juguete de poca monta y que no reviste
seriedad alguna. Así esta alternativa resulta inconveniente y seguramente arrojará
valoraciones injustas que causarán malos comentarios y conflictos entre ellos
y, entre los estudiantes y su profesor.
Y ya para cerrar este
decálogo de estrategias digamos que el pensamiento crítico exige al docente
estar en permanente formación. Y la institución educativa que no dedica tiempo
y recursos a la capacitación no conseguirá la excelencia porque ésta es el fruto
del esfuerzo personal y colectivo. De la sinergia que exista en el equipo de profesores
y sus directivos emerge el cumplimiento de la meta proyectada o anhelada.
Un docente que no está actualizándose, con el tiempo termina
siendo un árbol sin hojas. Una institución educativa que no contempla en su
presupuesto un rubro para la capacitación de sus maestros es un desierto donde
las innovaciones no florecen y la ignorancia como mala hierba termina por
ahogar sus sueños. Es una utopía esperar una educación de calidad sin la
ejecución planeada y oportuna de esta estrategia.
Resulta útil para resumir estas estrategias y cerrar esta
reflexión pedagógica las palabras de Roger Van Oech, autor del libro, “Cómo
puede usted ser más creativo”: “No es posible resolver los problemas
de hoy con las soluciones de ayer”.
Estoy de acuerdo con la idea que expresa el texto ya que para poder llevar a cabo todo este proceso es primordial llevar al estudiante hacia el interés para lograr unas clases activas y que el proceso de educación que quiere comunicar el docente sea el adecuado.
ResponderEliminarlas estrategias indicadas sirven como punto de apoyo para llevar a obtener buenos estudiantes con un buen desempeño no solo académico sino también como personas racionales y tener un mayor razonamiento critico que les va a servir para toda su vida y los procesos que realicen en ella que los lleve a ser grandes personas.
La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, si no por la curiosidad que almacena.
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