Abandono
ALQUIMIA DEL AMOR
Que
nunca se les olvide a los notarios del cielo
el
pacto de los dos sellado con el rocío de luceros
sobre
esa página de insondable infancia de los besos.
Ante
los ojos aterrados de frondosos árboles
el
crepúsculo nos cubría para protegernos de la envidia
que en
jirones de sombras pretendía que el amor
como la
ola sobre la playa añicos se volviera.
Podrían
decir que la mariposa del amor nos poseía
y en
gritos de imperiosa dicha al aire se lanzaba
para
susurrar en todos los rincones su misterio
y dejar
la estela de esa magia que los arreboles
en el
óleo de los cielos llenaba de joyas abultadas.
Tal vez
no verían con buenos ojos como dice la gente
que la
alquimia del amor fuera para nosotros el secreto
y que las provocaciones iracundas del tiempo
ni
siquiera molestara el translúcido
reflejo de la cópula
que en
el umbral ahogaba las voces con fuerzas y deseos.
Eran
días en que a la luna respondíamos con fuego
y a la
risa con el sutil lenguaje de los sortilegios.
Las
alcobas donde dormitábamos resplandecían
con
nuestras oportunas palabras y silencios.
Nadie
apuraba la cosecha fecunda de corolas
y en
las líneas de la mano el futuro sonreía
y con
los brazos abiertos salía a nuestro encuentro.
Pero
los enemigos del amor y las recetas de insidiosas lenguas
acabaron
por horadar la tranquilidad del aposento
y a las
palabras cargadas de milagros y canciones
siguieron
los reproches y en la sala el hollín de la noche
envolvió
a la mariposa y a nosotros con su frío cuerpo.
Ahora
los que nos acusaron ante los notarios ríen
mientras
nosotros cansamos los caminos
con la
rudeza de los pasos y el hedor del
olvido.
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