Entusiasmo e innovación.
4. Entusiasmo e innovación.
"Lo necesario es que, aun subordinado a la práctica bancaria, el educando mantenga vivo el gusto por la rebeldía que, agudizando su curiosidad y estimulando su capacidad de arriesgarse, de aventurarse, de cierta forma lo inmuniza contra el poder aletargante del bancarismo. En este caso es la fuerza creadora del aprender, de la que forman parte la comparación, la repetición, la comprobación, la duda rebelde, la curiosidad no fácilmente satisfecha, lo que supera los efectos negativos del falso enseñar. Ésta es una de las ventajas significativas de los seres humanos, la de haberse tornado capaces de ir más allá de sus condicionantes".
Paulo Freire, En su libro Pedagogía de la
autonomía.
Un educador profesional e
inteligente sabe que el único lugar donde el éxito aparece antes del trabajo es
el diccionario y que el trabajo sin entusiasmo es un árbol sin hojas y frutos
endémicos. También recordará que nadie puede impedir que la tormenta ataque,
pero siempre hay un tiempo anterior donde se debió construir un refugio. Lo
anterior indica que de nada sirve motivar a los estudiantes si no se les invita
y enseña a trabajar con entusiasmo. Pero no se puede irradiar entusiasmo
personal durante todas las horas de clase si cada día no se tiene un motivo
para estar alegre. Y ese motivo para estar alegre es la innovación. No hay peor
enemigo para el aprendizaje eficiente que un profesor rutinario y aburrido.
Muchas veces la causa de
los malos resultados académicos es la falta de dinamismo e innovación en el
aula. Niños y jóvenes esperan cada día algo nuevo que aprender. Para ellos la
novedad despierta alegría y ganas de trabajar en su proceso de
aprendizaje.

En estos tiempos de economía globalizada, donde los
países emergentes cobran importancia ante la demanda internacional de talento,
mano de obra calificada, producción de nuevos productos y servicios, la
educación no puede contentarse con mantener estáticos los índices de calidad de
las diferentes pruebas nacionales o internacionales. No basta con memorizar
fórmulas y datos sino se tiene un sentido de la vida y una visión de
emprendimiento. La escuela si desea subsistir como institución, debe aumentar
sus ventajas competitivas mediante el mejoramiento del talento humano y la
generación de conocimientos que puedan convertirse en tecnología que genere
divisas.
El mundo reclama un amplio espectro de recursos y
experiencias en materia de innovación y, en consecuencia, la escuela debe
llevar a los estudiantes hacia las prácticas exitosas y proyectos de potenciales
beneficios sociales y económicos.
La escuela debe ser una de las instituciones líderes
en innovación y para conseguir este objetivo debe intensificar la investigación,
la creatividad, el liderazgo y aprovechar las oportunidades que cada día ofrecen
los grandes problemas de la humanidad. Pero la innovación requiere de altas dosis de optimismo y entusiasmo. Además, para
descubrir algo nuevo, innovar viejos inventos y arriesgarse a diseñar nuevos
modelos y artefactos es necesaria una mente abierta, confianza en las
capacidades propias y el futuro, responsabilidad con el entorno, y desarrollo
del espíritu del trabajo en colaboración o en equipo.
El optimismo inteligente es un ingrediente vital en las
instituciones innovadoras y esa es la actitud con que los maestros deben trabajar
para que los estudiantes sigan el ejemplo. Pero a esta cultura de la innovación
no se puede llegar sin el desarrollo del pensamiento crítico. Es hora de pensar
en serio que tan cierto es que se educa a la juventud del siglo XXI con métodos
del siglo XIX. Una prueba de la veracidad o falsedad de la aseveración anterior
es revisar los planes de capacitación de los docentes. Porque sin capacitación
permanente, continua y coherente la escuela no tiene otra ruta a seguir que la
de los dinosaurios.
Cómo conseguir la aprobación de nuevos modelos de aprendizaje e incluso no tan nuevos cuando las instituciones educativas sobresalen por los su preferencia en los modelos supratradicionales coartando cualquier visión por simple que sea. Así la labor docente se pierde en medio de regulaciones y normativas.
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