Estimular es más importante que criticar.

1.    Estimular es más importante que criticar.
              Efraín Gutiérrez Zambrano

“Confiar en ti mismo no garantiza el éxito,
pero no hacerlo garantiza el fracaso.”        Albert Bandura.



Una segunda metodología acertada para motivar de manera efectiva a los estudiantes e hijos es proporcionar estímulos y reconocimientos oportunos. La escuela, por tradición se ha especializado más en la crítica que en el estímulo y el reconocimiento. A menudo padres y educadores señalan en forma constante, diríase como cantaleta, lo que sus hijos o estudiantes hacen mal, y se les olvida reconocer aquello que hacen bien. La experiencia personal enseña que las críticas negativas y continuas desaniman hasta los más entusiasmados y emprendedores. ¿Por qué no ensayar esta estrategia metodológica excelente para mejorar el ambiente escolar, y en el caso de la institución educativa hasta el laboral, haciendo del reconocimiento y del estímulo un estilo pedagógico?
En muchas circunstancias de la vida se necesita una palabra, un gesto, una dádiva que demuestre más que aprobación un poco de comprensión para no desfallecer en la lucha diaria. Muchas veces en el aula el profesor o profesora llama la atención de sus estudiantes amenazando con la nota deficiente y discriminatoria. Así los pésimos resultados son los que tienden a focalizarse en la mente del estudiante como una forma de fracaso anticipado. Así sienten temor y no entusiasmo para la realización de sus actividades diarias ya sea en el aula o en la casa. Y lo que es peor, en el futuro de sus vidas. Ese tipo de profesor se gana el temor por ser cuchilla, pero no por ser un excelente motivador que enciende la chispa de la búsqueda del conocimiento.  
El estilo que se propone invita o sugiere al educador que llegue al aula con una sonrisa y una canción para los que están cumpliendo años, un estímulo o reconocimiento para los que mejor portan el uniforme, una felicitación para los que representaron al curso o a  la institución, un aplauso para los más puntuales, para los que se esfuerzan por hacer uso del lenguaje apropiado y evitan repetir las vulgaridades que algunos traen de sus hogares, una nota extra. Una muestra oportuna de afecto nunca sobra y si engendra entusiasmo en la gran mayoría de los estudiantes. Ese afecto puede expresarse con unas palabras, un certificado escrito, una medalla y hasta con un gesto alegre de aprobación.   
Si el educador observa su aula se dará cuenta que todo estímulo tiene una respuesta. Ahora la labor del mediador del proceso de aprendizaje consiste en analizar qué tipo de respuesta obtuvo de los estudiantes y decidir cuál sería el estímulo más adecuado para reforzar esas conductas. Por ejemplo, en lugar de calificar con una nota baja al negligente se le ofrece la oportunidad de presentar la tarea a la siguiente clase, siempre y cuando, durante ese mes no se repita su falta de responsabilidad. Y prometer a los que presenten todas las tareas de manera eficiente no sólo un elogio en el certificado sino una nota equivalente a la excelencia.
El educador o la institución educativa que desean progresar en la implementación de esta estrategia pedagógica debe tener como principio orientador que los estudiantes son personas que están aprendiendo para crecer y trascender. En consecuencia, es deber de la familia y la escuela estimular su crecimiento y no poner límites a sus sueños.

La verdadera prueba de eficiencia de un verdadero maestro no se halla en sus títulos o aquello que sabe, sino en lo que sus estudiantes logran aprender de él para mejorarse a sí mismos y a la sociedad a la cual pertenecen. Sin la dosis adecuada de reconocimiento y estímulo, ellos jamás se sentirán motivados para explorar más allá de lo que su maestro dice saber. Uno de los muchos ejemplos que la historia muestra es el de Ezra Pound, gran animador de movimientos literarios y poetas jóvenes. En Londres, a principios del siglo XX halló al juvenil poeta Eliot, quien, después de Poems (1919), aprendió de él la lírica provenzal y el "stil novo" italiano. Años después, el poeta londinense exclamaría: Sólo aquellos que se arriesgan yendo lejos pueden encontrar lo lejos que pueden llegar.”

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