Hay dos momentos



Por Efraín Gutiérrez Zambrano

Los seres humanos somos, a veces, tan prepotentes e ilusos que pensamos que el reloj de Dios y el nuestro están sincronizados, que marcan la misma hora y que cuanto pidamos en este día a nuestro Padre, como Él es todo bondad, nos satisfará la necesidad enseguida.  Pretendemos hacer de Dios un  cajero electrónico que se acciona con una petición y una creencia en su misericordia. Cronos, el tiempo de la vida humana, es un fragmento de Kairós, el tiempo del Dueño y Señor del universo. En esta dimensión el ser humano vive sometido a la implacabilidad del instante que confecciona episodios para dar la apariencia de una gran película donde el ser humano batalla contra relojes invencibles.
Los científicos, más que los filósofos, han alimentado con teorías la ilusión de la inmortalidad sin causa. Pero si profundizamos en ese fenómeno tan misterioso como la misma vida nos daremos cuenta que las explicaciones de la ciencia sirven para engañar a los niños y a los que se creen sabios. Dios, en su sabiduría, puso al hombre sobre la tierra para que admirara su obra y con humildad reconociera su pequeñez para que Él pudiera actuar sobre su criatura y hacerla a su imagen y semejanza. Mas no todo ser humano acepta y comprende que el principio de la sabiduría es la humildad y la mejor guía para una vida feliz es su Palabra. Escuchar a Dios es un problema insoluble para muchos.
El problema de incomunicación con  Dios es el desconocimiento del lenguaje del Señor. Su abecedario no se halla en signos exteriores y portentosas maravillas que nos lleven a comprender sus designios con una lectura de soslayo. Se debe observar la sucesión de instantes que cual eslabones traen los eventos. Nos equivocamos cuando queremos respuestas externas a interrogaciones que nacen en la profundidad de nuestro ser. A este mundo venimos, esta es la verdadera ciencia,  a buscar respuestas que nacen en la profundidad de nuestro ser.
Son esas respuestas a preguntas vitales las que deben preocupar a todos, pues hay dos instantes en el ser humano que las limitan en el tiempo y establecen la línea que une un misterio aparentemente explicable desde la epistemología a otro para el cual las conjeturas llenan de penumbra los conceptos que lo describen y que es inexplicable para quienes se acercan a la escatología.
En el primer instante se halla el nacimiento y en el último la muerte. El primero  es rodeado de expectativas por quienes lo presencian y el segundo, por lo general se asocia a la tristeza de la partida y a la aridez del olvido. Entre esos dos puntos está el escenario donde se pueden observar sueños, realizaciones, equivocaciones y frustraciones del ser humano.
Sin el convencimiento de la eternidad inefable y del temor a Dios la vida resulta para unos la gran tragedia donde la nada es soberana, para otros es comedia que a la muerte hace reír a carcajadas. Muy pocos, por lo que se puede deducir de las acciones humanas, aceptan que sólo Dios puede resucitar a los muertos, hacer de las arenas un plácido jardín y de la bondad del corazón la llave  para abrir la puerta donde el llanto muere y la alegría se abre como rosa eterna.  

Comentarios

  1. Desde el principio todo estaba un poco claro pero con preguntas por responder poco a poco con el paso del tiempo se fueron respondiendo no todas pero si algunas pero esto mismo nos llevó a desafíar todo, con el fin de ponernos siempre por enésima a cualquier costo dando ejemplo de los que dicen creer en Dios pero solo se acercan a el en una necesidad pero y cuando tal vez en responde se aleja y puede poner en duda su existencia y ahora lo único que queremos es detener el tiempo que se nos fue otorgado por alguna razón porque no queremos dejar este mundo de placer

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