La paz como regalo


Dios tiene una Palabra para nosotros en cada día que nos otorga. Navidad es tiempo de reconciliación, es época propicia para sembrar la paz, pero si no acudimos a Dios jamás se podrá esperar una paz estable y duradera. Jesús dijo: La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)
La paz es un don que el Padre celestial concede a quienes aceptamos a su Hijo Jesucristo. Es gracias a Él que podemos superar la aflicción que turba nuestro corazón y nos llena de miedo. Quienes aceptamos a Jesucristo podemos levantar los ojos hacia Él y suplicar que nos libre de todo mal con la seguridad de que Él nos escucha y tiene cuidado de nosotros. La paz que Jesús nos da, el mundo no nos la puede quitar porque el mundo no nos la da.
Salgamos al encuentro del Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Aguardemos en completa paz el nacimiento de aquel en quien hemos confiado. (Isaías 26:3) Si queremos una paz duradera y estable supliquémosla al Padre en nombre de su Hijo.
La oración a Dios Padre, en el Nombre de Jesús, tiene el poder para hacer ese milagro. Oremos por quienes aún no conocen al Dios Verdadero (1 Juan 5:20) y que no tienen en su corazón el deseo vehemente de la paz.
Padre Celestial envía sobre nosotros tu Espíritu Santo para que se manifieste en nuestros hogares el Príncipe de Paz y podamos recibirlo en nuestros corazones como el gran regalo de navidad. Amén.




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