De cómo Los músicos de Bremen llegaron en avión a Girardot.
Pocos saben que Los músicos de Bremen, desde aquel día de 1819 en que aparecen en Los cuentos de hadas de los hermanos Grimm se proyectan en las utopías de un niño que, como el burro y sus amigos, desea ser un personaje famoso, emprendedor y próspero. Para comprender esta relación tendremos que viajar en el tiempo a Barranquilla donde nace en 1884 el 30 de diciembre. Fecha inolvidable para los amigos de la música de Wagner. Ese mismo día, en Leipzig, la orquesta del Gewandhaus, estrena la “Séptima Sinfonía” de Bruckner dedicada al Rey Ludwig de Baviera para agradecerle su apoyo al genio del compositor romántico. Y Ernesto Cortissoz, hijo de Jacobo Cortissoz Jesurum Pinto y Julia Álvarez Correa, sefarditas, se distingue en la historia de Colombia como un hombre de negocios alegre y soñador.
A media hora de camino polvoriento desde el
centro está la estación Francisco Montoya de Barranquilla. El sol abrasador y
la humedad del aire la convierten en un poblado tórrido y malsano. En el Hotel
Francés descansan aquella tarde los viajeros Julio Crevaux y Carlos Wiener,
filántropos exploradores. En su diario escriben:
“Barranquilla está situada cerca de la margen
izquierda del río Magdalena, a poca distancia de su desembocadura, a once
grados de latitud norte. El lecho del río está unido al puerto por medio de un
canal o dique de algunos kilómetros de longitud, que atraviesa varias praderas
inundadas, cubiertas de altas gramíneas donde pacen en plena libertad numerosas
vacas con agua hasta la barriga. El calor es muy intenso, siendo de 32° la
temperatura media anual, y en las épocas más calurosas, los ardores del sol
producen frecuentes insolaciones y otras enfermedades que las más de las veces
terminan fatalmente. En pleno día nadie sale a la calle más que los perros y
los... franceses, lo mismo que en El Cairo. No sé si justificadamente o no, mas
es lo cierto, que en aquellas apartadas tierras gozamos fama de verdaderas
salamandras. Las calles son muy anchas y están por empedrar, de modo que una de
dos, o mucho polvo o barro hasta las rodillas, según llueva o esté seco el
tiempo”.
Las actividades de comercio de importación y
exportación de productos agrícolas y mercaderías ocupan las horas de los
habitantes de la pujante ciudad. No hace más de treinta años los Cortissoz
estaban en Curazao. No lejos de allí de donde acaba de nacer el niño, una casa
de adobe con patio interior y balcón, un grupo de mujeres con sus poncheras
llenas de pescados sobre la cabeza los ofrecen casa por casa. Es el quinto
hijo, pero aún faltan por nacer otros nueve.
Sus primeras letras las adquiere bajo la tutela
de Karl Meisel, fundador del colegio Ribón. En esa misma institución educativa,
Francisco Parias, lo encamina hacia las matemáticas y las humanidades.
Su tía materna, Clara Álvarez-Correa, quiere una mejor educación para su
sobrino y emprende el viaje hacia Bremen (Alemania). Seguramente allá
leyó en lengua alemana el famoso cuento de los hermanos Grimm. Ella tiene claro
que un comerciante en la Barranquilla de finales del siglo XIX debe ser
políglota. Alemanes, chinos, italianos, franceses, japoneses, ingleses y
“turcos”, palabra que designa a los comerciantes procedentes de Oriente Medio
están llegando mientras el joven Cortissoz sustenta, con merecidos aplausos,
una tesis sobre comercio y obtiene el diploma Realschule. De Alemania se
trasladan a Inglaterra, donde aprende la lengua inglesa. Unos años en Suiza le
proveen francés e italiano a su amabilidad. En 1905 regresan a Barranquilla.
Clara, está dichosa. Satisfecha ríe al futuro. Su anhelo es real. Ernesto está
listo para destacarse en el comercio. En compañía de su hermano Rodolfo la
empresa familiar de importaciones y exportaciones se diversifica y hace fuerte.
Sucursales de la Casa Cortissoz de la Peña en Zambrano, Plato, Mangangué,
Usiacurí, y Honda, así lo demuestran. Hace mil cosas al mismo tiempo: funda
cervecerías, preside acueductos, orienta salinas, anima clubes sociales y hasta
impulsa el béisbol, el fútbol y el golf.
En 1908 el amor toca a la puerta. Esther
Rodríguez González, católica, lleva tocado y manilla de novia. De la unión
matrimonial nacen: Enrique, Clara, Cecilia, Ernesto y Fernando.
Con un capital de cien mil pesos, según acta notarial de 5 de
diciembre de 1919, la empresa de aviación Sociedad Colombo- Alemana
de Transporte Aéreo (SCADTA), inicia operaciones. La sociedad, con Ernesto
Cortissoz a la cabeza, trae de Alemania dos Junkers, (burros de hojalata, los
apodan) para unir a Barranquilla con el resto del país. El 15 de
noviembre de 1920, el primer avión Junkers F13 acuatiza en Girardot. Así lo describe
para El Tiempo, Mauricio Umaña, según noticia que se lee el viernes 19 en ese periódico:
NOTICIAS DE GIRARDOT
Los
hidroaviones en Girardot—
El
bautizo del «Bogotá»—
Los
hidroaviones no vendrán a la capital.
Girardot 18 de noviembre de 1920. El TIEMPO—Bogotá.
“Ayer a las 4 y 20 se elevó a gran
altura el hidroavión que llegó el lunes. Dio varias vueltas sobre la ciudad,
mientras ascendía en espiral, y luego se dirigió hacia el Sur, hasta
Purificación, en viaje de exploración, pues se proponían los aviadores
persuadirse de si podría acuatizarse allí, para hacer un viaje especial, en uno
de los días de ferias, las que se efectuarán a fines del mes. De Purificación
han solicitado un viaje especial, y parece que accederán a hacerlo.
Se prepara, la ceremonia del bautizo
del aparato, que se llamará «Bogotá», a la orilla del río. Tendrá cuatro
padrinos, entre ellos, si puede venir, el señor Presidente de la República, y
si no el Ministro que él designe. Se habla de que habrá un tren especial de
Bogotá a ésta, y de que vendrán numerosas personas que han sido invitadas.
Los tripulantes del hidroavión
«Colombia» trabajaron ayer en su reparación, que consistía en enderezarle
algunas piezas, ponerle la nueva hélice y colocarle otra vez los
flotadores, en lugar de las ruedas.
Parece que, definitivamente, no irá a
Bogotá en esta ocasión, ninguno de los dos hidroaviones, porque no tienen las
ruedas apropiadas para cambiarle los flotadores, y porque la remontada de la
cordillera es peligrosa”.
Imagino la Plaza de la Constitución, hoy Parque
Santander, la plaza de mercado, el paso de Montero y la esbelta torre de San
Miguel bajo la trepidación de los motores del hidroplano. El ferrocarril siente
celos ante el hada de metal que llena de magia el cielo azul de La Chivatera. Espectáculo
asombroso para quienes levantan su cabeza y guardan en la memoria este instante
histórico para la ciudad del héroe del Bárbula.
De Girardot, Hammer y Tietjen (pilotos) vuelan a Neiva. Cambian los
flotadores por ruedas. De la capital opita parten para aterrizar en un potrero
de lo que hoy es el barrio Muzú. A la capital llegan el 14 de diciembre de
1920.
Desde este año
las playas de Girardot son el lugar donde se bajan y suben pasajeros. El correo
aéreo reduce las emociones, sentimientos y noticias que vienen del Caribe
colombiano, de un mes a ocho horas. Canoas y chalupas compiten en belleza con
las aves de metal. Ernesto, un judío emprendedor, se enamora del Mohán. Los
sonidos de la luz, cuando sus ojos miran hacia el sur, le traen el olor de la lechona que se hornea
entre el barro. Para comprobar la
aseveración anterior basta con recordar el Junker “Tolima”.
Sobre estas arenas
la tarde es una mezcla de fuego y alegría. El calor se refleja en las gotas de sudor
de pasajeros, comerciantes y de aquellos que caminan con bultos y maletas sobre
los hombros hacia los aviones. Parecen hormigas que se acercan a beber al río. Hay
quienes cantan y llevan la camisa en la mano. O simplemente no sienten
vergüenza para mostrar su piel canela. Las mujeres hacen bailar frente a sus
rostros las flores de los abanicos. El sol es inclemente y tiñe de oro el
espacio y el agua.
Sin embargo, el
hidropuerto es el remanso del río Magdalena entre La Ciudad de las Acacias y
Flandes, municipio situado en la orilla sur de la principal arteria del suelo
colombiano. Cortissoz sueña con una región próspera. Tres tesoros, si se unen,
aseguran un desarrollo sostenible. Aeropuerto, río Magdalena y posición
geográfica. El empresario sabe que las leyes pueden ordenar la división, pero
los sueños no se deben fragmentar. Una visión limpia, una ambición soñadora y
un comercio sin corrupción son los pilares del secreto que impulsa la expansión
de sus empresas.
En 1922, el Presidente
de Colombia, Pedro
Nel Ignacio Tomás de Villanueva Ospina Vásquez, se convierte en el primero de los mandatarios del mundo que
utiliza el avión para una visita oficial a Girardot. Este acto es prueba de la
confianza que el país deposita en el soñador barranquillero. Su corazón se
hincha de gozo. Pero no hay felicidad eterna en este mundo.
Son las tres de la tarde, domingo 8 de junio de
1924. Sobre el cielo azul de Barranquilla una gaviota de metal gira en
círculos. Es el hidroavión Junker “Tolima A-16”. De repente se lanza como ave
de “músculos de acero y alma trepidante” que ha sido herida. En el solar de la
casa de la familia Glen, en la calle Santander, cae. Los volantes de la campaña
cívica de la apertura de Bocas de Ceniza se dispersan en cenizas. Hellmuth von Krohn, Jefe de pilotos de la SCADTA, Christian Meyer, Wilhelm Fisher, Albretch Nickisch von
Roseneck, Fritz Troost y Ernesto Cortissoz, el visionario, parten hacia
los jardines eternos.
Hoy bajo la sombra de este frondoso algarrobo, a cien años del
nacimiento de la aviación, desde la orilla norte del río Magdalena en Girardot,
rindo homenaje a quien enseña a volar a un pueblo con su vida digna de emular. Si
Girardot, Ricaurte y Flandes comprenden, Los Músicos de Bremen pueden comenzar
su concierto para que el mundo aplauda la inteligencia y el trabajo en
equipo.
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