Cinco razones
Estoy convencido de la existencia de Dios. Pero
se dirá, ¿cómo? A Dios nadie lo ha visto. Y tienen razón porque Dios no es un objeto
físico y las representaciones que de Él tenemos son el resultado de lo que imaginamos
que es Él. Como ente espiritual que es no se le puede conocer sino a través de
la fe. La fe es una virtud que desarrollamos los que aceptamos que tenemos una dimensión
espiritual y una conciencia que como voz recóndita aplaude o condena nuestras
acciones y pensamientos. Es gracias a la
fe que ocurren los milagros porque Dios no tiene otra forma de bendecirnos sino
cuando aceptamos su presencia y su bondad.
Si no se acepta a Dios como causa primera de
todo cuanto existe, y al decir todo estoy como persona admitiendo que yo soy su
creación, de aquí en adelante cuanto se diga es pérdida de tiempo y una locura
hablar de alguien que no existe.
Pero las maravillas que contemplo son obra de
alguien, y además, están los testimonios de las miles de generaciones y
culturas que lo han admitido como soberano y tendría que ser miope de mente
para no admitir que es el ser universal por excelencia al que acudieron, acudimos
y acudirán los seres humanos. Fruto de
esa relación del ser humano con su Creador y autor de la vida existe la Palabra
como testimonio de la presencia de Dios en el alma de quienes se atreven a
invocarlo y confiarle sus cuitas y proyectos. Ejemplo de lo que digo es una
pequeña hoja que llegó a mis manos y donde pude leer:
Un famoso médico y profesor universitario
estuvo muy turbado durante varios años por lo que había aprendido sobre la
Biblia en su infancia, e igualmente por todas las críticas que había escuchado
al respecto. Un día decidió leerla, y después de su lectura declaró
públicamente: «Ahora creo que es la Palabra inspirada por Dios. La Biblia me
reveló, como ningún otro libro en el mundo, un diagnóstico muy claro de mi
condición espiritual. Por naturaleza estoy perdido en mi pecado y alejado de
Dios. Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos
3:23) Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino
al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1
Timoteo 1:15)
Creo que
Jesucristo es el Hijo de Dios, sin padre humano, sino concebido por obra del
Espíritu Santo y nacido de María virgen. Creo que todos los hombres son
pecadores por naturaleza, que todos están alejados de Dios y que nadie puede
salvarse por sí mismo. Creo que el Hijo de Dios vino a la tierra y que, al ser
derramada su sangre en la cruz, pagó el rescate por nuestros pecados. Creo que
el que recibe a Jesucristo como su Salvador nace espiritualmente de nuevo para
vivir eternamente. Ya no estoy en la incertidumbre, y por la fe poseo la
convicción de haber encontrado la verdad, sobre la cual no tengo la más mínima
duda. Leer la Palabra de Dios cada día como un alimento espiritual nos ayudará
a corregir nuestras malas inclinaciones, a purificar nuestros afectos, pues nos
da un creciente conocimiento de Dios y de su justicia».
Después de leer, y a manera de conclusión, pensé
que a Dios nos dirigimos por cinco razones:
Por necesidad. Son ocasiones en que la
impotencia humana nada puede hacer para cambiar la adversidad y acudimos a Él.
Por temor. Se tiene conciencia del
error cometido y del merecido castigo. Para evadir la pena pedimos a Dios
misericordia.
Por tradición. Seguimos el ejemplo de
nuestros mayores, pero sin meditar en lo que hacemos.
Por gratitud. Al recibir las
bendiciones de Dios no todos agradecen, pero algunos admitimos su bondad en
nuestras vidas y decimos gracias.
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