Hagamos una pausa y leamos








Hoy es viernes y deseo compartir con mis amigos  y amigas una pequeña selección de textos de Alejandra Pizarnik, poetisa argentina. Siempre es conveniente conocer a las personas por lo que leen. Dime a quién lees y te diré quién te acompaña. Estos textos pertenecen a El infierno musical (1971)

   





OJOS PRIMITIVOS

En donde el miedo no cuenta cuentos y poemas, no forma figuras de terror y de gloria.
Vacío gris es mi nombre, mi pronombre.
Conozco la gama de los miedos y ese comenzar a cantar despacito en el desfiladero que reconduce hacia mi desconocida que soy, mi emigrante de sí.
Escribo contra el miedo. Contra el viento con garras que se aloja en mi respiración.
Y cuando por la mañana temes encontrarte muerta (y que no haya más imágenes): el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar, en esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.

EL INFIERNO MUSICAL

Golpean con soles
Nada se acopla con nada aquí
Y de tanto animal muerto en el cementerio de huesos filosos de mi memoria
Y de tantas monjas como cuervos que se pre­cipitan a hurgar entre mis piernas
La cantidad de fragmentos me desgarra
Impuro diálogo
Un proyectarse desesperado de la materia verbal
Liberada a sí misma
Naufragando en sí misma

EL DESEO DE LA PALABRA

La noche, de nuevo la noche, la magistral sa­piencia de lo oscuro, el cálido roce de la muerte, un instante de éxtasis para mí, heredera de todo jardín prohibido.
Pasos y voces del lado sombrío del Jardín. Risas en el interior de las paredes. No vayas a creer que están vivos. No vayas a creer que no están vivos. En cualquier momento la fisura en la pared y el súbito desbandarse de las niñas que fui.
Caen niñas de papel de variados colores. ¿Ha­blan los colores? ¿Hablan las imágenes de papel? Solamente hablan las doradas y de ésas no hay ninguna por aquí.
Voy entre muros que se acercan, que se juntan. Toda la noche hasta la aurora salmodiaba: Si no vino es porque no vino. Pregunto. ¿A quién?
Dice que pregunta, quiere saber a quién pre­gunta. Tú ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los agonizantes.
He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar adentro de las pare­des). Imposible narrar mi día, mi vía. Pero contem­pla absolutamente sola la desnudez de estos mu­ros. Ninguna flor crece ni crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida.
En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poe­ma con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.
LA PALABRA DEL DESEO

Esta espectral textura de la oscuridad, esta melodía en los huesos, este soplo de silencios diversos, este ir abajo por abajo, esta galería oscu­ra, oscura, este hundirse sin hundirse.
¿Qué estoy diciendo? Está oscuro y quiero en­trar. No sé qué más decir. (Yo no quiero decir, yo quiero entrar). El dolor en los huesos, el lenguaje roto a patadas, poco a poco reconstituir el diagrama de la irrealidad.
Posesiones no tengo (esto es seguro; al fin algo seguro). Luego una melodía. Es una melodía pla­ñidera, una luz lila, la inminencia sin destinatario. Veo la melodía. Presencia de una luz anaranjada. Sin tu mirada no voy a saber vivir, también esto es seguro. Te suscito, te resucito. Y me dijo que saliera al viento y fuera de casa preguntando si estaba.
Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo frío, jardín de las delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.

NOMBRES Y FIGURAS

La hermosura de la infancia sombría, la tristeza imperdonable entre muñecas, estatuas, cosas mudas, favorables al doble monólogo entre yo y mi antro lujurioso, el tesoro de los piratas enterrado en mi primera persona del singular.
No espera otra cosa que música y deja, deja que el sufrimiento que vibra en formas traidoras y demasiado bellas llegue al fondo de los fondos.
Hemos intentado hacernos perdonar lo que no hicimos, las ofensas fantásticas, las culpas fan­tasmas. Por bruma, por nadie, por sombras, he­mos expiado.
Lo que quiero es honrar a la poseedora de mi sombra: la que sustrae de la nada nombres y figuras.

II

Las uniones posibles

EN UN EJEMPLAR
DE "LES CHANTS DE MALDOROR"

Debajo de mí vestido ardía un campo con flores alegres como niños de la medianoche.
El soplo de la luz en mis huesos cuando escribo la palabra tierra. Palabra o presencia seguida por animales perfumados; triste como sí misma, hermosa como el suicidio; y que me sobrevuela como una dinastía de soles.

SIGNOS

Todo hace el amor con el silencio.
Me habían prometido un silencio como un fuego, una casa de silencio.
De pronto el templo es un circo y la luz un tambor.

FUGA EN LILA

Había que escribir sin para qué, sin para quién. El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara. El silencio es tentación y promesa.

Estos textos se tomaron de El infierno musical de Alejandra Pizarnik (1971) 

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