El Covid 19 no distingue entre pobres y ricos.


Estamos viviendo una enorme crisis y es en este momento donde tú puedes actuar de manera diferente a la mayoría. Para obrar de forma correcta se necesita información. No basta con saber que la gente responsable está encerrada en sus casas, en cumplimiento de la cuarentena. En tiempos de encierro el ser humano puede reflexionar y eso disminuye los riesgos para contraer enfermedades tanto físicas como mentales.  Así que Bienvenidos a este momento de reflexión en familia y desde casa.
Tomás Moro, autor de una de las grandes utopías del renacimiento, de las más leídas y comentadas, cita a Platón quién había escrito que la salud pública depende directamente de la forma como la riqueza se distribuye entre los miembros de la sociedad. El dinero es factor importante para asegurar a un pueblo una vida saludable. Sin un sistema de salud fuerte liderado por el Estado, no se puede enfrentar una plaga bíblica como la que hoy el mundo padece.
Este covid-19 parece darle la razón a Platón, pues no de otra manera podríamos entender como los pobres de la tierra son los que sufren e igualmente sienten más temor al hambre que al virus. Esta carencia de dinero los lleva a mendigar, a distinguir su vivienda con una bandera roja que representa la miseria, a llamar la atención con protestas y cacerolazos y en algunos casos a buscar por medios ilícitos el diario para alimentarse y alimentar a los suyos. Esta condición inhumana, fruto de la desigualdad social, convierte a los desposeídos en los mayores aliados de la enfermedad. Ellos facilitan la propagación de la pandemia porque no pueden permanecer en sus casas. Si lo hacen se mueren de hambre.
Por eso, así sea una orden presidencial, no se puede acatar mientras el hambre ataque su integridad y su dignidad. La persona humana no puede respetar una ley y negar su instinto de sobrevivencia y ahí es donde el Covid-19 tiene su mayor fortaleza. Ellos no pueden sentarse en casa a esperar que pasen las horas para desayunar, almorzar o cenar. Ellos solamente están pensando en que deben salir a conseguir cualquier mendrugo de pan aunque la muerte ronde la boca y la nariz.  Pero elCovid - 19 ataca por igual a pobres como a ricos.
Este hecho, si reflexionamos e interpretamos, nos dice que tendremos que actuar de manera diferente desde hoy , pues, entre más crezca el número de pobres mayor es la posibilidad de contagio de una enfermedad que mata a los que no poseen y a aquellos que en su afán de acumular dinero condenan a sus semejantes a la miseria. Es indispensable replantear el uso de la tecnología que ahorra salarios pero crea caos social.  
Como ejemplo basta con señalar a Estados Unidos, donde se halla la capital financiera del mundo, que por fortalecer su economía, por hacer cada día más fuerte su dólar, ha entregado hasta hoy 19 de abril de 2020, la vida de cerca de 39.000 personas y tiene el record de 700.000 enfermos.   No vale la pena entregar la vida ni por uno ni por un millón ni por muchos millones. El ser humano es la conciencia del universo y no tiene precio en las bolsas. Además, nada se lleva de este mundo al morir, excepto sus buenas acciones. Por esto se debe rescatar la dignidad humana como lo hizo el renacimiento y brindar oportunidades a los talentos de niños y niñas que son hijos de la humanidad.  La riqueza debe cumplir su función social niveladora. No es que no se pueda acumular sino que es necesario el control de esa acumulación. ¿Por qué unos demasiado y por qué otros tan poco? El presidente Trump, líder de los Estados Unidos, por pensar cómo Midas, por querer convertir cuanto toca en oro, está haciendo de la nación americana un cementerio. Gran equivocación es pensar que el dinero es superior a la vida. Por eso dejemos de acumular dinero y poner cerrojos. Abramos nuestros corazones, seamos solidarios, salgamos a buscar al que necesita, al que nos llama porque seguramente padece hambre y no tiene empleo. O tiene empleo pero le pagan un salario injusto, pero legal. El covid-19 es producto de una humanidad desquiciada por el egoísmo donde no todos disfrutan los mismos derechos y la Ley es la manera de saciar los apetitos de los poderosos. El Covid - 19 recuerda que la Revolución Francesa no fue una enumeración de derechos sino una petición de distribución real y justa de los frutos del trabajo y la investigación. Sin justicia social no puede haber salubridad pública que garantice la vida de todos los ciudadanos.
Y con esta reflexión se inicia la ejecución del proyecto Semillas para los que siembran. Buen día, sembradores de esperanza. 

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