Un poema antes del partido de fútbol.





¿Recuerdas los tiempos en que la risa

volaba de mesa en mesa en la ciudad?

Eran días de triunfos en estadios

y aglomeraciones en la televisión.
Legendarios gladiadores exhibían el orgullo abigarrado

en tatuajes y melenas que se batían entre vítores.
Fueron tardes y noches que desafiaron los cronómetros
y encrespaban las olas de las barras al son de las cornetas.
Después del espectáculo, rodeados
de botellas y vasos, brindábamos en honor
a los balones vencidos por los palos y mallas.  

¿Lo recuerdas?

Reíamos sin sensaciones de amenaza

a nuestras vidas mientras la copa rodaba cristalina

entre el balbuceo de las bocas.

Nada había incitado el miedo a la muerte repentina.

La luna brillaba tranquila y silenciosa
y ninguno temía que en la risa ajena se agazapara

el exterminio del gesto y el tambor.

¿Recuerdas esos pies que encendían aplausos y júbilos?
Mirábamos cadáveres en batallas de barras bravas.

Pero una camiseta como sudario era normal.
Ahora cuando el miedo acorrala

y el enemigo se esconde en el aire

todos buscamos tapabocas

mientras se discute si debe continuar

el espectáculo sin presencia de vacunas.

Efraín Gutiérrez Zambrano

16 de mayo de 2020


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