Un camino ancho y peligroso hacia la muerte.



 Publicado en La Tribuna Edición 112 

El consumo de drogas en los colegios atrajo la atención nacional. La intoxicación de más de una veintena de niños y la muerte de uno de ellos despertaron las alarmas. Estos hechos son parte de la costumbre de soportar tragedias anunciadas. Costumbre que evidencia el conformismo que caracteriza a nuestra sociedad indiferente frente al destino de las nuevas generaciones. 
Pero la verdad es que cada día aumenta el consumo entre los estudiantes más pequeños de la secundaria.
Entre las causas del aumento de la adicción está la popularidad que la misma sociedad le ha dado a las drogas. En muchos medios de comunicación, especialmente la televisión y el cine, se hace apología a narcotraficantes y expendedores al por menor.
Lo mismo ocurría con  el tabaco en los años pasados del siglo XX. En las películas y series de televisión sus protagonistas aparecían en escenas donde tabacos, licores y pipas, según el director, merecían un  primer plano para mostrar la elegancia y el buen estilo de vida.  
Además del apoyo implícito de los medios de comunicación, el Estado, en sus normas, manifiesta contradicción al aprobar el consumo en dosis menores como algo normal que forma parte del libre desarrollo de la personalidad de los ciudadanos y como nefasto llevar kilos de estupefacientes entre las maletas. Los legisladores, algunos de ellos adictos, manifiestan a los medios la necesidad de las dosis personales.
Lo que verdaderamente debe alarmar es que algunos niños comienzan su relación con las drogas a los 12 ó 13 años de edad. Algunos, probablemente, comienzan a una edad aún más temprana.
El otro problema es el tipo de droga que incluye sustancias tales como el tabaco, el alcohol, los inhalantes, la marihuana, y los medicamentos de prescripción, como las pastillas para dormir y los medicamentos para la ansiedad.
El abuso de drogas persiste más tarde en la adolescencia y algunos padres, lo ven como normal, especialmente cuando se trata de la marihuana a la cual se le han venido asociando propiedades terapéuticas y hasta inocuas para el desarrollo de la adicción a otras sustancias.
Entre las varias causas de por qué los niños y jóvenes se involucran con las drogas y después avanzan hacia el abuso en su consumo se señala una historia familiar de abuso de drogas o de alcohol. Otra explicación es que el abuso de las drogas se inicia con los compañeros que llevan al aula las drogas y comienzan a regalar las primeras dosis con el fin de asegurar a los potenciales clientes del microtráfico. El sexo, la raza y la ubicación geográfica también inciden en el desarrollo de la adicción a las drogas.
Sin embargo, es importante tomar en cuenta que la mayoría de los jóvenes y niños que llegan al abuso de drogas tienen familias disfuncionales o carecen de afecto.
En consecuencia, si queremos liberar a los niños y jóvenes de este flagelo se necesita el compromiso de la familia. Padres y madres deben informarse sobre los factores de riesgo y de protección y aplicar en sus entornos familiares acciones preventivas positivas como el diálogo e importancia de la normas antes de que ocurran las tragedias.
La escuela debe advertir la agresividad y la falta de concentración de los estudiantes así como descubrir a tiempo a los expendedores. Una coordinación efectiva entre educadores y autoridades podría dar mejores resultados que la represión.
El Estado y la comunidad deben desarrollar no sólo las acciones preventivas sino también ejercer una estricta vigilancia de los alrededores de los colegios donde los expendedores ven la mejor fuente para aumentar sus ventas.

Indudablemente, lo mejor para combatir el vicio es rescatar a la familia y enseñar con el ejemplo aquellos valores indispensables para el fortalecimiento del carácter y el desarrollo de una personalidad atractiva y productiva.

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