Es mi empleo.
Ahora que
mis manos están llenas de años
quiero
lanzar al mundo sus monedas.
Tal vez
alguien las recoja para festejar.
Otros para
criticar sus fulgores.
Con ellas
nada se compra en las mercaderías.
Son monedas
de oro que dan luz
a ciegos,
buscadores y mineros.
Son monedas
acuñadas por el tiempo.
¡Qué mejor
acuñador que el tiempo!
Mis manos
están llenas de tiempo.
Rígidas y
punzantes, como el enebro,
se volvieron
mis manos.
Monedas que ostentan
embriaguez.
La
embriaguez que dan los años.
Como el vino.
hacen perder
el juicio.
El vino sabe
a nostalgia
y la nostalgia
enceguece.
Pero en esa
ceguera hay luz.
Luz que
asombra a los mineros.
A mis años
no tengo otro oficio
que lanzar
monedas.
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