16 de
septiembre de 2023
Amado
Padre:
Gracias por este hermoso día que me otorgas para sentir tu presencia en tus obras y en nuestras vidas.
Así
como en la música se aprecian sonidos, silencios y bemoles, a la vida la tejen
lágrimas, risas y acciones. Nada se debe omitir para no perder la belleza de la
melodía. No debemos sorprendernos cuando el dolor nos visita para darnos
consejos y lecciones. “Conozco, oh, Señor, que tus juicios son justos, y que
conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para
consolarme”. (Salmo 119:75-76) A la
acción debe acompañar la reflexión para no extrañarnos por los altibajos de la
vida. Pero la buena reflexión sólo se logra cuando detenemos la marcha y tomamos
un momento de descanso para dialogar con Dios. Entremos en su trono y
descansemos en su presencia. Escuchemos la voz de nuestro Salvador: “Venid
vosotros… y descansad un poco”. (Marcos 6:31). A veces, la vida parece
detenerse para nosotros y sufrimos a causa de enfermedades, accidentes,
pérdidas, fracasos, traiciones y remordimientos. Pero también debemos mirar estas
circunstancias como oportunidades para ser bendecidos al acatar la voluntad del
Padre Eterno. Razón tiene el apóstol
Pablo cuando dice: “El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura”. Si
acatamos la voluntad de Dios veremos los milagros que hace en nuestra vida.
Perdona,
Señor, que rechacemos la enseñanza del dolor y el infortunio. ¿Cómo podemos
comprender y discernir estos acontecimientos? Enséñanos a obrar conforme a tu
santa voluntad. Danos sabiduría para entender tus designios.
Señor,
en este nuevo día te glorificamos y pedimos que abras nuestro corazón y entres
en él para que lo consueles. Perdónanos por confiar más en lo aparente que en
tu Palabra de Vida eterna.
Te lo pedimos en el
nombre de tu Hijo, Jesús, quien nos dio ejemplo de amor y sufrimiento al morir
por todos en la cruz. Amén.
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