Oración del día
28 de mayo 2024
la quietud que precede a la aurora me llama a elevar la plegaria matutina. La imponencia de las montañas del oriente aún no se vislumbra. Las aves, tal vez por el frío de la ciudad, se mantienen en silencio. Pareciera que todo el universo fuese un mar sin voz. Es un instante oportuno para dirigir alabanzas a quien todo lo creó para asombro y servicio del ser humano. Qué inmensa es tu obra y qué grande mi admiración y gratitud a quien me invitó a la vida para que la viera.
Gracias por mi madre que me enseñó las
primeras plegarias y me explicó que la sabiduría consiste en aceptar tus
preceptos.
Gracias, Señor, por esta dicha de sentir
la brisa que viene del río que con sus manos golpea mi ventana y me invita a
seguirla con alegre paso. Gracias por la vida de tu Hijo y gracias por los
dones de tu santo Espíritu. Amén.
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