Las llaves - Reflexiones para un buen día.



 

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LAS LLAVES

 

Mi vecino tiene un bello nombre. No creo que exista otro sobre la tierra que se llame así. Y si acaso ocurre, me anticipo a pensar que no es idéntico a mi vecino. Además, hace honor a él con su forma de ser. Él es especial. Unos dicen que es chiflado. Otros, más comprensivos, afirman que es un solitario. Por mi par­te yo pienso que es tan humano como yo.

 

Imagínese, amigo lector, que es tan desmemoriado como yo, pues olvidé mencionarle el nombre de mi buen vecino. Se llama Cándido, pero en el barrio donde vivo, lo conocemos como El Abuelo. Vive en una casa abandonada, justo frente a la mía. Desde la ventana me saluda con una sonrisa y un movimiento de manos. He podido observar que en su cuarto no hay más que un colchón y una manta de algodón. Un día me invitó a seguir a su cocina y no vi más que una olla de barro mediana, una olleta de aluminio ennegrecido, dos pe­queñas totumas y cucharas de palo. Me ofreció café, por cierto, bien preparado.

 

Esta mañana, al amanecer, lo vi fuera de la casa buscando algo entre la maleza del antejardín. Lo obser­vé largo rato hasta que decidí ayudarlo.

 

—Buenos días, vecino. ¿Qué busca tanto? —le pre­gunté.

 

—He perdido mis llaves y temo que algún ladrón las halle. Cuando el hombre se siente inseguro se llena de ansiedad.

 

—¿Dónde las tenía anoche, antes de acostarse?

 

—Pues donde siempre las cargo. En el cinturón las cuelgo. —Me responde con un marcado acento de in­dignación.

 

—Muy bien, ¿y dónde está el cinturón? —Se mira la cintura y como si intentara sonreír, responde:

 

—Adentro, sobre la cama donde duermo. ¡Pero có­mo soy de tonto! Buscar las llaves fuera de la casa no se le ocurre a nadie sino a mí. Pero usted no se preocupe ni se lo vaya a decir a la gente. Yo soy como todos los seres humanos. Siempre pensamos que la solución la tiene otra persona y nos llenamos de angustia cuando después de contar a todos nuestra pena, nadie nos dice nada. Buscamos las llaves afuera, pero sabemos que no las vamos a encontrar si no las buscamos adentro.

 

Y ahora camine que el agua que dejé en la olleta ya debe estar hirviendo y un tinto nos cae muy bien a esta hora.

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