Oración del día
23 de febrero de 2022
Padre Celestial:
Gracias por esta
oportunidad de reconocerte como nuestro Dios y nuestro Padre. Una pregunta
exige una respuesta. Danos sabiduría para aceptar tu palabra. Una pregunta que
hoy debemos responder es esta: ¿Quién es justo? (Leer Lucas 5:27-35)
En el Evangelio hallamos a Mateo,
un publicano, recaudador de impuestos para los romanos, por esta labor era
despreciado por sus conciudadanos. Un día escuchó la voz de Jesús:
"Sígueme", y al momento dejó todo y siguió al Señor. Incluso le recibió
con un gran banquete en su casa; gastó su dinero en los demás sin esperar que
le retornaran esa atención. Sentado a su mesa, Jesús compartió con personas del
pueblo. Entonces los fariseos, esos hombres religiosos, pero a menudo
hipócritas, criticaron a Jesús, porque comía con publicanos y pecadores. No
comprendían que esas personas no habían venido en función de sus méritos, sino
porque tenían necesidades espirituales y querían escuchar a Jesús.
Jesús vino precisamente por
esas personas. "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al
arrepentimiento" (Lucas 5:32). A los fariseos, Jesús dirige sus palabras: “Los
que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido
a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. (Lucas 5:31-32). Jesús,
es nuestro caso, llamó a Mateo, y éste, reconoció su condición de pecador. Respondió
al llamado y se arrepintió. Se hizo justo mediante la fe en Cristo, quien iba a
morir por él. Los fariseos se creían justos porque observaban estrictamente
ritos y tradiciones, pero sólo eran justos a sus propios ojos, y no a los de
Dios. Todavía hoy Dios llama a todos los hombres para que se arrepientan, pues
para él "no hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10). Para Dios todos estamos
enfermos a causa del pecado y necesitamos a Jesús, el divino médico. El primer
paso que debemos dar es aceptar que somos pecadores y reconocer el poder del
perdón que Dios nos ofrece a través de su Hijo. Respondamos, en este nuevo día,
el llamado que Jesús nos hace y abramos nuestro corazón para que se hospede en
él. Señor, ven a nuestro encuentro y perdona todos mis pecados. Si Tú quieres,
puedes sanarme. Amén.
Señor sana mi tos. Ayúdame a dar con el remedio a esta enfermedad 🤒. Amén. De esta forma seguiré formando estrellas por mi camino.
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