Oración del día
1 de febrero de 2025
Padre nuestro:
Te pido perdón porque somos crueles depredadores.
Vengo de la montaña
donde el viento se refugia en días de
sol.
Son días difíciles para las hojas
ante la mirada de la canícula.
A veces una rama se rebela
y menea su cansancio
con la gratitud de un gozque.
Veo el algarrobo doblegado
y acepto complacido su sombra.
Elevo una plegaria con la confianza
propia del silencio del páramo.
Sobre el lago azul danzan zopilotes
que merodean sobre los árboles.
Sobre
el camino hacia el pueblo
los guijarros son un espejo
para el coqueteo de las lagartijas.
Abajo las casas parecen manchas de leche
que rompen la monotonía del valle.
El río languidece, pero deja oír
palabras
que modulan las piedras
que vaticinan su muerte prematura.
Pronto llegarán las primeras estrellas
Con sus luces iluminaré más plegarias
por los árboles que ofrendaron sus vidas
entre llamas.
Allí donde murieron se levanta una
cortina de humo.
A la media noche, tal como sucedió el
día anterior,
las montañas se verán como galaxias de
puntos rojos.
Las luciérnagas han silenciado sus
flautas.
Tal vez huyeron para salvar sus cantos.
Bajo la luna entonaré salmos que
atraigan lluvias.
Señor, no cierres tus oídos
a mi canto de grillo moribundo.
Envíame una gota de agua para refrescar
mi lengua.
No me eches de los atrios de tu templo
aunque manchada esté mi alma.
Déjame saltar de gozo al contemplar tu
rostro.
Señor, aumenta las hojas de este algarrobo
que generoso me brinda su sombrero
y perdona mi indiferencia
ante el violento ataque
de la sierra indolente.
Amén.
Este poema y otros similares los
encontrarán en el poemario La danza del relámpago, una de mis obras. A través
de la poesía también podemos alabar a Dios.
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