¿Por qué debemos ser puntuales?

Desde que estamos pequeños nuestros padres, y luego los maestros, nos insisten en que debemos ser puntuales. El horario de clases es un ejercicio continuo para desarrollar este valor básico y demostrar que somos conscientes del valor del tiempo. El valor de la puntualidad da a nuestra personalidad carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo y ser merecedores de confianza al demostrar que somos responsables.

El valor de la puntualidad sólo se  consigue con el esfuerzo y disciplina para estar a tiempo en el lugar adecuado y cumplir nuestras obligaciones: el comienzo de las clases, una cita para un trabajo, una reunión de amigos, un compromiso que adquirimos, un trabajo pendiente por entregar.

Ser puntuales demuestra que respetamos al otro y valoramos su tiempo. Nadie tiene el derecho de disponer del tiempo ajeno y mucho menos estropearlo con la impuntualidad.

La falta de puntualidad habla por sí misma de la responsabilidad alcanzada, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por supuesto de los pretextos y justificaciones que se agotan cuando nadie cree en nosotros.

La impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una actividad. Por ejemplo, es más atractivo charlar con los amigos que llegar a tiempo a las clases o al trabajo; para otros es preferible mirar vitrinas que llegar a casa a realizar las tareas para el día siguiente. El resultado de vivir de acuerdo con nuestros gustos e intereses es la formación de ese feo vicio de llegar tarde y que para algunos resulta una forma de distinguirse o llamar la atención.

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un evento, si tenemos una entrevista, una reunión o cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión de personas que no frecuentamos y conocemos poco –según nosotros- representa poca importancia y no estamos a tiempo.

Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes del valor del tiempo y de las personas, así los eventos, reuniones, actividades o citas cobrarán importancia. Nuestra palabra debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.

Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad el tiempo pasa tan de prisa, que cuando "despertamos" y por equivocación observamos la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.

Un aspecto importante de la puntualidad es concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora porque es necesario buscar un remedio inmediato a este vicio que habla tan mal de nosotros.

Algunos, en su cinismo dicen: "si quieren, que me esperen", "para qué llegar a tiempo, si...", "no pasa nada...", "es lo mismo siempre". Estas y otras actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las personas, su tiempo y sus actividades.

¿No es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez que alguien responsable se retrasa en forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún contratiempo importante le ocurrió.


Pensamos que hacer una agenda y solicitar ayuda, basta para corregir nuestra situación y por supuesto que nos facilita un poco la vida, pero debemos hallar las causas que provocan nuestra impuntualidad y poner de nuestra parte voluntad para cortar a tiempo nuestras actividades menos importantes o el descanso y  el trabajo y esforzarnos para llegar a tiempo.

No basta con decir "quiero ser puntual”.  Es necesario comenzar a fortalecer este hábito llegando a tiempo todos los días. 

Hagamos algunos ajustes en nuestro nuevo estilo de vida para ser puntuales y evitar que sigan subiendo los niveles de estrés.

Inicia con estas sugerencias:


Þ Examínate y descubre las causas de tu impuntualidad: pereza, desorden, irresponsabilidad, olvido, etc.

Þ Establece un medio adecuado para solucionar la causa principal de tu problema (recordando que se necesita voluntad y sacrificio): Reducir distracciones y descansos a lo largo del día; levantarse más temprano para terminar tu arreglo personal con oportunidad; colocar el despertador más lejos…

Þ Aunque sea algo tedioso, elabora por escrito tu horario y plan de actividades del día siguiente. Si tienes muchas cosas que atender y te sirve poco, hazlo para los siguientes siete días. En lo sucesivo será más fácil incluir otros eventos y podrás calcular mejor tus posibilidades de cumplir con todo. Con voluntad y sacrificio lograrás tu propósito.

Þ Implementa un sistema de "alarmas" que te ayuden a tener noción del tiempo (no necesariamente sonoras) y cámbialas con regularidad para que no te acostumbres: usa el reloj en la otra mano; pide acompañar al compañero que entra y sale a tiempo; utiliza notas adheribles…

Þ Establece de manera correcta tus prioridades y dales el lugar adecuado, muy especialmente si tienes que hacer algo importante aunque no te guste.

Þ Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en seres humanos dignos de confianza al ser respetuosos del tiempo de los demás.

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Comentarios

  1. Práctico la puntualidad por formación de mi papá quien llega hasta hora antes a una cita médica y otro compromiso. Me parece una falta de respeto hacer esperar. Y cuando quedó con alguien y comienza con excusas me alejo de está persona.

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