Secretos de los triunfadores
Prólogo
"Aquél que no trabaja por sus sueños...
Acabará trabajando para los de otro..."
Acabará trabajando para los de otro..."
A todos los seres
humanos nos preocupa eso que llamamos éxito. Son muchas las definiciones
que uno encuentra en los libros de los autores especializados en la materia.
Son muchos los que conocedores de la necesidad de normas claras sobre cómo
conseguirlo dictan conferencias, publican libros y se afianzan en tratados
clásicos, pero sin hacer diferencia en los destinatarios. Y aunque no se necesita
edad precisa para lograrlo, si conviene establecer la clase de destinatarios a
quienes se dirige un libro. Existen libros para
ser leídos en la niñez, otros en la adolescencia y no faltan aquellos
que nos reconfortan cuando los años disminuyen el vigor. En muchas ocasiones
nosotros, como maestros e iniciadores en
el hábito de la lectura, alejamos a los niños y jóvenes de ella al señalarles
lecturas que no convienen a sus años.
Secretos de
los triunfadores, tiene como propósito llevar al lector a su
propia definición de éxito. No es un conjunto de recetas, porque el
éxito es el producto de dos factores que interactúan dialécticamente: la
motivación y la inteligencia; y no permite asegurar que dadas ciertas
condiciones se obtenga, pues no se trata de un fenómeno físico. Además, el éxito
es esquivo y no toma la forma que la voluntad de los pensadores le den sino
aquella que los protagonistas de su propia historia le fijen. No basta con
conocer las fórmulas triunfadoras. Se requiere vivir de acuerdo con sus
principios. Estos principios parecen secretos para algunas personas hasta
cuando están listas para abrir sus mentes y entender su verdadero significado.
Son principios para hacer que las cosas sucedan.
Mi experiencia como
profesor, en permanente comunicación con las nuevas generaciones en diferentes
regiones del país, así como mi compromiso con el triunfo de la juventud me
llevó a pensar, primero en un folleto que apareció publicado en 1987 bajo el
título El mundo del éxito en sus manos y luego, en otro denominado Camino
al éxito, los cuales sobrepasaron los diez mil ejemplares. Mas tarde, en
1992 recogí las notas publicadas en los periódicos en Reflexiones para un
buen día, del cual se preparó la cuarta edición, en México. En internet se
puede apreciar la amplia difusión que este libro ha tenido en el mundo. Ahora,
y siguiendo la recomendación de muchos de mis colegas, es grato para mí reunir
y presentar en Secretos de los triunfadores (tercera edición) los
textos de aquellos dos folletos y otros, que maduré como consecuencia de los
múltiples intercambios con los jóvenes, entre ellos algunos sobre los
principios orientadores de la nueva Ley General de Educación. En este orden de
ideas es fácil deducir que los destinatarios de este libro son los llamados a
liderar el milenio del conocimiento: los jóvenes de hoy.
Esto no quiere decir
que quienes hayan superado la barrera de la adolescencia no encuentren en esta
obra una oportunidad de reflexionar y crecer como personas de éxito. Es más, de
aquellos folletos a los que me referí, millares de sus ejemplares fueron
adquiridos por prestigiosas empresas y reconocidos colegios para ser
obsequiados a sus miembros.
Al no ser esta obra
un vademécum podría pensarse en el utilitarismo del autor, pues, en su mayoría
quienes se acercan a este tipo de libros esperan hallar en ellos lo que el
agobiado por el fracaso busca al visitar la casa de una pitonisa: remedio a su
mala suerte. Pero olvidan aquellos interesados lectores que no es fácil señalar
caminos, y es mucho más arduo, transitarlos. Sin embargo, quien tome estas
páginas, sin el deseo de mejorarse a sí mismo, no verá en ellas la utilidad que su autor quiso darle. Se
asemejará a Tántalo, porque no basta con desear, es necesario, actuar. Ya en Reflexiones
para un buen día escribía: «Los colosos de la humanidad no hicieron otra
cosa que vencerse a sí mismos, ardua tarea para un ser humano, y encontrar la
fórmula de superar los obstáculos que se interpongan entre ellos y su ideal.
Por eso quien desee triunfar, bástale saber en qué destacarse, que el cómo
nacerá de lo profundo de su ser. Pero el triunfo definitivo dependerá de su
esfuerzo personal». Y en otro aparte del
mismo libro puede leerse: «Para envejecer feliz es necesario que el hombre
aprenda desde la más tierna infancia el valor del trabajo, las virtudes que
enaltecen y la importancia de la risa. Así el hombre trabajará con tenacidad y
constancia para servir a los demás y no para acumular riquezas. Practicará la
virtud, no por temor al suplicio eterno, sino por su afán de ser mejor cada
día. Y reirá, aún frente al infortunio, porque la esperanza lo
acompañará».
Secretos de
los triunfadores es una invitación a cambiar la actitud pesimista o facilista
que nos venden todos los días los medios masivos de comunicación. Está
concebido dentro de una pretensión puramente humanista, mas no por esto, atea;
pues, es propio de una persona de éxito tener el don de la gratitud y este se
manifiesta también en la aceptación de la voluntad de su Creador. De lo que si
puede estar seguro el lector es de su estilo didáctico, algunas veces poético,
y ajeno a los avatares políticos que han hecho de nuestra patria el corazón del
huracán. Precisamente por el desconocimiento o practica de los valores que
enaltecen al individuo y aseguran a los pueblos su grandeza en el concierto de
las naciones. En consecuencia,
Secretos de los triunfadores es un libro para aquellos que creen en sí
mismos, en el destino común que nos hermana,
y cuya fe es aureola y égida que los distingue en un mundo sin Dios
donde todos deseamos y necesitamos triunfar.
El autor.
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