Las Pruebas Pisa hacen llorar.
Por Efraín Gutiérrez Zambrano
Un objetivo específico que todo gobierno nacional o
local debe considerar fundamental en su programa es la búsqueda de la
excelencia educativa. (No comparto eso de calidad educativa). Sólo si se hace
realidad se homogeniza el bienestar económico. La educación es la oportunidad
que tiene el pobre para ser feliz y libre. La educación es la llave que abre
las puertas al progreso y la justicia social.
Pero los pobres no pueden escalar socialmente
porque el Estado les brinda un servicio educativo sin diseño curricular
competitivo, sin docentes comprometidos y sin exigencias axiológicas. Al estudiante le queda la lotería de estar
entre los mejores resultados de las Pruebas Saber para ir a una universidad en
calidad de becado.
En la actualidad, para continuar con el caso
colombiano, entre los institutos privados son pocos los que luchan por estar a
la altura de los mejores. La gran mayoría de propietarios y gerentes hace de la
educación una baratija y la ofrecen, a precios bajos o altos, en las peores
condiciones.
A lo anterior se suma la falta de respeto hacia la
persona del maestro que se ve sometido a la humillación de directivos y
acudientes. Como consecuencia la profesión de educador es poco estimulada por
la sociedad. Pero si una nación se queda sin quien le enseñe el camino hacia
mejores amaneceres le espera una noche de pesadillas.
Mientras en países como Singapur, la capacitación
docente es una estrategia clave, en Colombia se considera una malversación en
recursos y quienes hacen especializaciones y doctorados poco aplican lo
aprendido en el aula de clase. Si tuviera el país una percepción diferente se
reflejaría en los resultados de las pruebas nacionales e internacionales.
En Japón y Finlandia, exigencia académica y
disciplina son condiciones básicas de aprendizaje, pero en Colombia si el
docente impone orden y nivel académico los padres de familia se unen para vetar
a ese profesor y conseguir que el estudiante pase el año sin saber. Aquí
acudientes, padres de familia y directivos prefieren la superficialidad y no la
profundidad en el conocimiento.
Por último es conveniente señalar que la actitud y
la motivación se miran de soslayo cuando son ingredientes esenciales en un
excelente proceso de enseñanza y aprendizaje. Maestros y estudiantes
desmotivados no pueden soñar con estrellas porque sus ojos sólo conocen
lágrimas.
En tal escenario de aprendizaje no es extraño que
Colombia esté en los últimos lugares en las Pruebas Pisa. Más de medio millón
de adolescentes presentan estos exámenes en representación de 72 países cada 3
años.
Ocho mil estudiantes de colegios privados y
oficiales asistieron entre abril y mayo de 2018. Su desempeño fue menor que la media de la OCDE, al igual que
en 2015, pero disminuyeron su puntaje de lectura (412 puntos frente a 425 de
2015) y ciencias (413 puntos frente a 415 de 2015). En matemáticas pasaron de
390 puntos a 391.
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