Oración del día
¡Señor en ti confío! Gracias por el milagro de la vida y la luz de este amanecer.
Perdona si, a veces, me quejo. Ahora entiendo a David cuando te decía: “¿Por qué te quedas lejos, Señor? (Sal 9,22). Tú sabes que aspiro a tu amor y espero que respondas a mis plegarias. Por tu gran amor a tu Hijo, socórreme, no me abandones.
Mira que la desolación
y la angustia se prolongan como sequía extrema. Me parece estar en la cima del
Calvario escuchando la voz de Jesús que desde la cruz en su dolor te invocaba: “Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46). Dame la fuerza de tu
Santo Espíritu para soportar esta prueba tan pesada que has puesto sobre mi
espalda. Dame tu consuelo y paz, aunque tantas veces te haya ofendido. Aumenta
mi fe para que crezca más mi confianza en tu amor. Bien sé que tu voluntad es
perfecta y sólo buscas el bien de mi alma porque Tú mi Señor dispones todas las
cosas para el bien de mi alma (cf. Rom 8,28). No permitas que la angustia y la
desesperación me turben y cieguen y el maligno me asalte por mi falta de
decisión. Dame el valor para gritar y que todos escuchen: “El Señor es mi luz y
mi salvación, ¿a quién temeré?” (Sal 26,1). Sí, Señor, en ti confío.
Tú me iluminas,
Tú me salvarás porque en ti confío y “Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca me
vea defraudado!” (Sal 30,2).
Tengo la certeza
de que “nadie que confió en el Señor quedó confundido” (Eclo 2,10). Quien pone
su confianza en Dios puede esperar la vida eterna y seguir caminando sin temer.
Señor, te lo suplico en el nombre de tu Hijo amado, Jesús. Amén.
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