7 de enero de 2024
Padre Celestial:
Gracias te
doy por la vida de tu Hijo. Él nos enseñó como alabarte y pedirte algún favor
en oración. Jesús leyó en su paso por la tierra textos del Antiguo Testamento. Los
evangelios expresan que conocía porque había leído y cita libros y recomienda
su lectura. Él es un maestro. Cuando tenía doce años, sentado en medio de los
que enseñaban las Escrituras, Jesús los escuchaba y les hacía preguntas (Lucas
2:46). Él, el hombre perfecto, pudo decir: "No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4).
Cuando tenía treinta años se levantó y leyó en la sinagoga de su pueblo. Se le
dio el libro de Isaías, donde encontró un texto que hablaba de la venida del
Mesías, es decir, de él mismo (Lucas 4:16-17). Los jefes religiosos se
asombraban: "¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?" (Juan
7:15). Jesús nos exhorta a tener presente este texto de la Palabra: "Más
fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se deje de cumplir una tilde de la
ley" (Lucas 16:17). Las palabras como las promesas que Tú, mi Dios, nos
das se cumplirán. También, tu Hijo, resume, con fuerza moral la dimensión de tus
mandamientos: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40). Antes
de leer, nos enseñó Jesús, debemos pedirte, Padre, la inteligencia que nos da
el Espíritu Santo. Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? (Lucas
10:26) Recordemos que Jesucristo hombre, a quien se refieren las Escrituras, es
la Palabra hecha carne.
El Señor...
despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los
sabios. (Isaías 50:4). Señor, hoy te pedimos que nos instruyas y nos des a
conocer tu santa voluntad. Enséñanos a ser dóciles a ella. Amén.
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