Somos únicos.



Cuando decimos que somos únicos admitimos que nacimos para la unidad con nosotros mismos, con los demás, con los seres del universo y con Dios. La unidad es una exigencia si queremos llegar a la perfección y a la felicidad. Aunque la perfección humana nunca será definitiva es una meta inaplazable y la felicidad es una tarea que todos los días realizamos. Si lo comprendemos y trabajamos con ahínco para lograr ese ideal y realizar esa misión hallaremos muchos obstáculos pero también es mucho más fácil y placentero encontrar las soluciones apropiadas para vencerlos.
Somos timón y conductores de nuestras vidas. Debemos dirigir no sólo nuestras facultades sino todo nuestro ser hacia la plena realización. La inteligencia coordina y dirige pero la voluntad debe colaborarle con buena disposición. Cuerpo y mente necesitan de estas dos potencialidades como nosotros de nuestras piernas.
De ahí la necesidad de ejercitarlas constantemente de manera que sean cada día más ágiles y precisas. La inteligencia se alimenta del raciocinio y los problemas, mientras a la voluntad la satisface la intención loable y la buena disposición.   Sin la reflexión continua la inteligencia es un vehículo último modelo sin motor y sin actitud bien intencionada la voluntad es un ciclón sin control. La inteligencia es la antorcha que ilumina el camino y la voluntad, la fuerza que nos impulsa a seguirlo. La acción de la inteligencia nos sólo ilumina sino que muestra la manera más adecuada de salir de los bloqueos.
Sin embargo hay ocasiones en que la inteligencia se obstruye porque la utilizamos para el mal. Así llamamos inteligente al ladrón que sabe robar y no se deja atrapar. La inteligencia como la voluntad son facultades cuya función principal es llevarnos hacia el sumo bien pero los distractores que encontramos en el mundo nos atraen a las riberas del mal.
Muchas veces tenemos en mente realizar una buena obra pero confundimos los medios y terminamos en un fin contrario al que anhelábamos. Por eso una persona dotada de especial sensatez comprende el error de Maquiavelo al afirmar que el fin justifica los medios. Salir de la influencia del dolor es un fin plausible pero no por eso el suicidio y la eutanasia resultan ser el mejor instrumento para combatirlo.
Del buen uso de la inteligencia y la voluntad surge la libertad interior que los ojos reflejan como serenidad del espíritu y de ésta brota como manantial la felicidad por todos pretendida.
La unidad del ser nos conduce ante la presencia del misterio y en éste, a través de la fe, hallamos la luz de Dios. De esta manera comprendemos que el alma es la gota que aunque no es el piélago si tiene como finalidad última ir unida a otras en el gran río que allí desemboca.
Si no desarrollamos la unidad interior será imposible el florecimiento de la solidaridad que nos impone el servicio de buena voluntad. Si dejamos que inteligencia y voluntad trabajen unidas como los elementos que componen el agua venceremos las rivalidades creadas por la envidia, no permitiremos que el odio y el rencor echen raíces y podremos alejarnos de la morada de los vicios.
Cuando somos conscientes de la unidad interna y trabajamos hasta conseguirla, experimentamos la paz y sentimos el fluir del gozo en cada latido del corazón.    


AHORA  los libros de Efraín Gutiérrez Zambrano llegarán a su casa. A través de Amazon puede adquirir Alquimia del Amor. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Oración del día

Oración del día

Oración del día