Las ventajas de la reflexión.

Contrario a lo que podría esperarse, ante la vida bulliciosa y frenética de nuestros días, hay mucha gente que busca lugares donde puedan pasar unas horas meditando. Cuando asistimos a uno de estos centros observamos que la gente se conecta con la naturaleza y sobre los prados caminan con notoria parsimonia o se sientan a exhalar e inhalar el aire con lentitud. Allí en medio de plantas ornamentales y árboles frondosos, sus gestos y actitudes expresan que buscan la serenidad del espíritu y para lograr el propósito siguen técnicas que les faciliten la conexión del cuerpo con la mente y el alma hasta sentir el ser total completamente libre.
La primera condición para experimentar esta libertad interior es la reflexión. Gracias a ella nos volvemos sobre nuestros actos para observarnos a nosotros mismos y descubrir los aciertos y equivocaciones que a diario hallamos en este camino de la vida. Esta especial meditación nos enseña no sólo a relajarnos sino ante todo a examinar la bondad o maldad que hace brillar o empaña nuestra conciencia.
Durante años muchos de nosotros pasamos los días preocupados del cabello, las uñas, las pestañas, la tersura de la piel, el color de los labios, la fortaleza de los glúteos y otras tantas nimiedades para embellecer el cuerpo y no nos damos cuenta que la apariencia no es esencial para la paz interior, pero sí una condición para el amor propio y ser agradable ante los demás. Mas vale conocer nuestras emociones con el fin de dominarlas y no permitir que el instinto imponga mediante la adicción sus irracionales procederes. Si hacemos este ejercicio descubriremos nuestras necesidades espirituales y las de los demás. Cualquier día es bueno para buscar la felicidad que yace dormida en la interioridad del ser humano. Tomar esta decisión es detenernos en el camino para pensar en nosotros y  abandonar la rutina que nos automatiza y nos convierte en robots fríos e inseguros. Mediante esta acción deliberativa frente a nuestro obrar cotidiano  disminuimos los niveles de estrés, exorcizamos los temores infundados y le damos al cuerpo el equilibro que requiere para el desarrollo armónico y saludable.
La meditación nos permite renovarnos y recobrar la fuerza vital para salir al encuentro de nuestras responsabilidades diarias sin sentir el peso de los fracasos pasados sobre nuestros hombros. Esta reflexión deliberada nos relaja y libera. Al hacerla vemos con más claridad los obstáculos y divisamos nítidamente las metas hacia las cuales debemos encaminarnos.
Hacer este tipo de reflexión hace más productivo el trabajo porque contribuye a ser conscientes de los desaciertos y a encontrar estrategias apropiadas para lograr mejores resultados. En los parajes de la meditación personal es donde muchos han hallado sus talentos y han podido dar a sus vidas el derrotero deseado para disfrutar las riquezas del éxito material. 
En el seno familiar, la meditación y diálogo entre la pareja y los hijos es indispensable para mantener la fortaleza de los lazos de amor que deben unir a todos los miembros. En esta práctica de comunicación descubre las debilidades y amenazas que se ciernen sobre la tranquilidad familiar y se pueden tomar las medidas necesarias para conjurarlas. Si nos volvemos amigos de la reflexión evitaremos muchos desastres personales y discrepancias con los demás. Con este sano ejercicio conquistaremos el gozo que reclama el corazón y la paz que el espíritu anhela.
En Plenitud, Amado Nervo, el gran poeta Mejicano, aconseja: “Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta de aquellos que creas más exteriores y materiales, porque dentro de ti llevas la luz de los secretos.”    


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