Oración del día

 


1 de diciembre de 2024

Señor Jesús:

Quiero agradecerte este nuevo amanecer. Te suplico cuides a los que amo, especialmente, a mis hijos. Creo en tu resurrección, pero debo admitir que es difícil para nosotros que exigimos pruebas de todo sentir la felicidad de creer sin haberte visto. (Juan 20:24-29). La noche del domingo de tu resurrección, te presentaste ante los apóstoles y María, pero Tomás no estaba con ellos. Cuando los otros le dijeron: "Al Señor hemos visto", Tomás se mostró frío, escéptico y exigió pruebas. Igual que muchos de nosotros, quería ver para creer. El siguiente domingo, Tomás estaba entre los discípulos reunidos. De nuevo tú, Señor, volviste y les dijiste: "Paz a vosotros". Luego te dirigiste a Tomás y le mostraste tus heridas. Cuando vio las marcas de los clavos, prueba de los sufrimientos que padeciste para llevarnos a la vida eterna. Reconociste sus pensamientos íntimos como también sus dudas. Con dulzura le reprochaste su falta de fe. Convencido, Tomás exclamó: "¡Señor mío, y Dios mío!". Entonces le dijiste: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron".

El Señor iba a subir al cielo y los suyos ya no podrían verlo para creer en él. Tenían que creer apoyándose en el testimonio de los profetas y de los que les habían precedido en la fe.

Tomás, quien te amaba Señor, había querido acompañarte para morir contigo (Juan 11:16). Aquí dudó, pero también buscó la verdad, pues el domingo siguiente se unió a los demás discípulos.

Como Tomás, a veces, nos falta la fe, no sentimos tu presencia ni escuchamos cuando nos hablas al corazón. Señor, en este nuevo día, alimenta nuestra fe y danos la paz que prometiste, la paz que sólo puede darnos tu Espíritu. Hoy te amamos sin haberte visto, Señor Jesús. Somos bienaventurados al aceptar tu Evangelio. (1 Pedro 1:8). Amén.

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