AMIGOS DE LA LECTURA - Efraín Gutiérrez Zambrano

  Agosto 17 de 2025 Señor: Gracias por este bello amanecer. Te reconocemos como Dios y Soberano del universo y de nuestras vidas. Tú nos pides fe. Pero la fe, para que todos entendamos, tiene dos aspectos que no se deben olvidar. En primer lugar, está la fe que salva, la cual consiste en reconocer que sólo Dios puede perdonar nuestros errores si los reconocemos y confesamos. En este primer aspecto no hay fe grande ni pequeña porque todos somos pecadores mas no todos admitimos la confesión, el sacramento de la reconciliación, que nos legó nuestro Salvador Jesucristo. Aquí la salvación viene de la misericordia del Hijo que murió para redimirnos de nuestros pecados. En segundo lugar, debemos reconocer la fe práctica. La que a diario manifestamos cuando invocamos al Padre celestial, o al reconocer a su Hijo como nuestro salvador y al Espíritu Santo como nuestro santificador. Es por esta fe que nos podemos comunicar con Dios y pedir que intervenga en nuestras vidas, que comprend...

Esta afirmación, tan contundente como inquietante, nos invita a reflexionar sobre uno de los fenómenos más dolorosos y recurrentes de la historia humana: el poder destructivo del liderazgo dogmático. Cuando una figura carismática, revestida de autoridad y envuelta en discursos absolutos, logra seducir a una generación entera, el resultado puede ser devastador. La historia no solo lo confirma, lo grita. El dogma, por definición, es una idea que se impone como verdad incuestionable. Cuando un líder lo utiliza como herramienta de control, lo convierte en tempestad: arrasa con la duda, con el pensamiento crítico, con la pluralidad. En ese contexto, disentir no es simplemente estar en desacuerdo; es traicionar, es convertirse en enemigo. Así se construyen los regímenes autoritarios, los movimientos totalitarios, las persecuciones ideológicas y la justificación de una violencia que como fuego incendia el bosque, la montaña y el camino. Ejemplos que la historia no olvida Uno de los ca...

  15 de agosto de 2025 Padre celestial: Te alabamos y te bendecimos. Gracias te damos por este nuevo día. Nos unimos en oración para suplicarte la salud para nuestra familia. Te rogamos también por los enfermos que se hayan en los hospitales o en sus domicilios. Ayúdales a conseguir un trabajo a los desempleados. Dales fortaleza a todas las personas que han perdido un hijo o a sus padres o hermanos. Llénanos de fe y esperanza para que no dudemos de tu poder y misericordia. Que podamos decir como el salmista:         “Confía en el Señor y haz el bien, habita en tu tierra y come tranquilo. Pon tu alegría en el Señor, él te dará lo que ansió tu corazón. Encomienda al Señor tus empresas, confía en él que lo hará bien.” (Salmo 37, 2-5) Confiados en tu palabra iniciamos la jornada y todos nuestros proyectos los ponemos bajo tu amparo. Te lo suplicamos en el nombre de tu Hijo amado, Jesús. Amén.    

  Si caes en el foso tienes que salvarte tú mismo porque a las profundidades les temen hasta los más valientes. Cayó. El cielo se cerró sobre él como un telón sin aplausos. Un caballo noble, de mirada antigua, se precipitó al abismo que nadie vio venir. Su dueño, hombre de campo y costumbre, lo miró desde arriba con ojos húmedos de resignación. —Ya no hay qué hacer —murmuró—. Que la tierra lo cubra, que el olvido lo abrace. Y así, comenzó la ceremonia del entierro. Palada tras palada, la tierra caía como sentencia. Pero en el fondo del foso, algo palpitaba. No era miedo. No era rendición. Era fuego. El caballo, herido, pero no vencido, sintió cada grano como un reto. Pisó la tierra que debía sepultarlo. La compactó bajo sus cascos. Se alzó un poco más. Y cuando otra palada cayó, volvió a erguirse. Así, paso a paso, tierra sobre tierra, dolor sobre fuerza, fue construyendo su ascenso. El dueño, absorto, vio emerger del foso no a un animal, sino a una leyenda....

  Agosto 15 de 2025  ¡Oh, Dios Espíritu Santo! Postrados ante tu divina majestad nos consagramos a ti. Aquí estamos como todos los días dispuestos a glorificarte y alabarte con corazón contrito y humillado por el peso del pecado. Por un acto de la omnipotencia del Padre hemos sido creados, por gracia del Hijo hemos sido redimidos, y por tu inefable amor has venido a nuestras almas para santificarnos, comunicándonos tu misma vida divina.  Desde el día de nuestro bautismo has tomado posesión de cada uno de nosotros, transformándonos en templos vivos donde Tú moras juntamente con el Padre y el Hijo; y el día de la Confirmación fue la Pentecostés en que descendiste a nuestros corazones con la plenitud de tus dones, pera que viviéramos una vida íntegramente cristiana. Permanece entre nosotros para presidir nuestras reuniones; santifica nuestras alegrías y endulza nuestros pesares; ilumina nuestras mentes con los dones de la sabiduría, del entendimiento y de la ciencia;...

  Agosto 14 de 2025 Padre celestial: Gracias por tus bendiciones y en especial el don de la vida. Danos paz para que podamos tener alegría en nuestros corazones.   Recordemos que Jesús entró en Capernaum, ese pueblo donde antes había hecho muchos milagros, pero al regresar lo recibieron con indiferencia. Sin embargo, un extranjero, de profesión centurión, de corazón sensible, al ver sufrir a su siervo, sale al encuentro del Hijo de Dios, y con humildad y plena confianza en su poder, le dice: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; solamente di la palabra y mi criado sanará. Jesús dijo al centurión: ve, y como creíste, así sea hecho”.   (Mateo 8:8-13) Concédenos, Señor, vivir el amor para ser sensibles ante las necesidades ajenas. En el amor se resume la voluntad de nuestro Padre. Hagamos su voluntad santa. Sometámonos a su mandamiento de amarnos como hermanos. El salmista pregunta: “¿Quién buscará la misericordia y la verdad del Señor junto a él?” (Sal 60...

  13 de agosto de 2025 Amado Dios: Hoy, como todos los amaneceres, me encuentro frente a Ti para alabarte y darte gracias por la vida de mis hijos, nietos, amigos y la mía. Deseo poner en tus manos cuanto haga y anhele en este nuevo día. Gracias, Señor, por la hermosa patria que me diste al nacer. Tenemos recursos suficientes y podemos poner fin a tanta injusticia social causada por el egoísmo, pero no queremos ser sensatos. Te doy gracias por aquellos que trabajan por el bien común y que se esfuerzan por imponer la justicia social. Tú, si te invocamos, vienes a socorrernos en nuestras tribulaciones y estarás acompañándonos, susurrándonos palabras de sabiduría y guiando nuestros pasos por el camino más seguro y conveniente para todos. Señor, en este amanecer te clamo para que derrames tu Santo Espíritu sobre los habitantes de nuestra nación y sobre todo tengas en cuenta las personas que amo para que escuchen tu voz y te sigan. Te pido que cubras nuestros hogares con tu mant...