Oración del día
10 de octubre de 2024
Padre celestial:
“La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. (Proverbios 4:18). Gracias por llamarme en esta mañana a dialogar contigo. Desde la distancia que dan los años observo que ser joven es agradable a la vista de los demás, la agilidad del cuerpo y la vitalidad indican que se puede emprender la jornada sin temer al cansancio. Al viejo lo miran como algo obsoleto, achacoso. Su fecha de vencimiento está próxima y eso no causa placer a los sentidos.
Pero los jóvenes, esa es una desventaja
para ellos, no tienen los testimonios de la edad madura para hablar de la
fidelidad de Dios y de las circunstancias difíciles en que lo ayudó el
Señor. (Salmo 71:18). Por ejemplo,
David, al final de sus días pudo decir: “Nuestros días sobre la tierra, son
cual sombra que no dura”. (1 Crónicas 29:15). Alababa a Dios quien lo había
socorrido en los momentos más difíciles de su juventud cuando hasta un ejército
lo perseguía para matarlo. Él siempre tuvo la esperanza viva porque cuando esta
muere los días se vuelven tristes, tediosos y el alimento es amargo. La
serenidad de la vida viene del conocimiento y vivencia de Dios. Incluso si
“nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva
de día en día”. (2 Corintios 4:16). Quizás a los últimos días acompañe la
enfermedad, pero quien hace de Dios su refugio, la enfrentará con la presencia
de su Salvador a su lado para confortarlo. Hoy, por eso te doy gracias y te
alabo, mis labios se abren para decir: “Sucederá que al caer de la tarde habrá
luz”. (Zacarías 14:7). Tu palabra y tu promesa me llenan de ánimo para iniciar
este día lleno de alegría. Gracias por tu misericordia, Padre celestial.
Amén.
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