Oración del día
1 de noviembre de 2022
Padre Celestial:
La quietud que precede a la aurora me llama a elevar la
plegaria matutina. La imponencia de las montañas del oriente aún no se
vislumbra. Las aves, tal vez por el frío de la brisa, se mantienen en silencio.
Pareciera que todo el universo fuese un mar sin voz. Es un instante oportuno
para dirigir alabanzas a quien todo lo creó para asombro del ser humano. Qué
inmensa es tu obra y qué grande mi admiración y gratitud a quien me invitó a la
vida para que la viera. Gracias Señor por esta dicha de sentir el aire tibio
que golpea mi ventana. Es hermoso decirte que hoy es un día para glorificarte
por tantos beneficios que a cada minuto me dispensas. Es el comienzo del ciclo trazado
sobre el calendario. Gracias por el sol que raudo camina a despertar matorrales
y jardines. Gracias por este amanecer que me permites contemplar en la
magnificencia del silencio. Gracias por la familia que me acoge en el vaivén
del amor y por los amigos que más tarde se unirán a esta plegaria al leerla y
compartirla. Con todos ellos grito lleno de júbilo, para romper la quietud de
la aurora, que te amamos.
"Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino
conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento
de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien
toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el
Señor, en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser
morada de Dios en el Espíritu." (Efesios, 2:19-22)
Que, al salir los primeros rayos de sol, sintamos tu
presencia viva entre nosotros para que se evapore esa neblina que nos impide
reconocerte como nuestro Padre bondadoso. Gracias, de nuevo, y que tu Luz nos
ilumine en la unidad de tu Santo Espíritu. Amén.
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