Oración del día
20 de noviembre de 2022
Señor Jesús:
En primer lugar, quiero encomendarte a los que amo y hoy
descansan en tus jardines.
“Quien cree en ti,
señor, no morirá para siempre.
Dichosos los
difuntos que mueren en el Señor.
Quien cree en ti,
señor, no morirá para siempre.
Si morimos con
Cristo, con Él también viviremos.
Quien cree en ti,
señor, no morirá para siempre”.
En este amanecer
leo: “No hay hombre que tenga potestad... sobre el día de la muerte.
(Eclesiastés 8:8). Muchos son los que exponen su vida en deportes extremos u
otras prácticas que dejan su vida pendiendo de un hilo. Pero decimos como aquel
que todos los días se prepara para ganar la carrera de la fórmula 1: «Algunos
nos consideran locos, inconscientes. ¡Es falso! Somos conscientes del peligro,
pero nos decimos que no nos tocará a nosotros». No faltan los que piensan que
la muerte está lejos o que es un invento de nuestra imaginación, hasta hacemos
chistes de la muerte. Cuando hablamos del tema lo hacemos sobre la muerte de
los demás, el sepelio del vecino, las campanas nunca suenan para uno mismo.
También decimos allá vive un enfermo terminal, en esa esquina un joven murió en
un accidente de la moto y así cada uno ve cómo se mueren los demás y nos
comportamos como si fuésemos inmortales. Los cementerios se llenan ante
nuestros ojos, pero no observamos que allí hay un lugar reservado para cada uno
de nosotros. Con honestidad lo que sucede es que no queremos enfrentar la muerte,
nos da miedo su rostro. Pero no es a la muerte a la que tememos sino a nosotros
mismos. Sabemos que en nuestra vida nos hemos equivocado muchas veces y hemos
sido injustos. No hemos actuado de acuerdo con la ley suprema del amor.
Experimentamos, contra nuestra voluntad, el temor a encarar a Dios. Huimos de
Él. Hasta pensamos que no tenemos nada que hablar con Él, es más, ni siquiera
existe para algunos.
Pero no, Dios nos
espera y en cada amanecer nos acercamos a nuestro sepulcro. Debemos
preguntarnos si estamos preparados para encontrarnos con Él. Hoy cerremos
nuestros ojos y miremos nuestra vida pasada... Seamos humildes y acerquémonos a
Dios para implorar su misericordia ahora que estamos vivos. Dios es amor,
"quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad" (1 Timoteo 2:4). La única certeza de que disponemos los humanos es
que llegará el momento en que debamos irnos. Señor, ten compasión de nosotros y
no nos juzgues según nuestros errores. Amén.
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