Oración del día

 


29 de marzo de 2023

Señor:

En este nuevo día quiero agradecerte por las enseñanzas que a diario nos das. Sólo necesitamos observar y escuchar: 

Will Smith, ganador del premio al mejor actor este año 2022 por su papel en “King Richard”, abofeteó al comediante y presentador Chris Rock y presentador de uno de los premios de la gala porque hizo un chiste sobre la calvicie que su esposa, la actriz Jada Pinkett-Smith, padece.

Luego el actor Denzel Washington se acercó a Smith en actitud pacificadora para ayudarlo a calmarse: “No hagas caso a ese comentario”, le dijo.

Más tarde, cuando Smith pasó a recibir el premio por “King Richard”, donde interpretó al padre de las tenistas Venus y Serena Williams resaltó como el padre hizo de la fe la estrategia para ayudar a sus hijas y alcanzar el éxito en el deporte y pidió disculpas por su actitud y expresó:

«Quiero disculparme con la Academia. Quiero disculparme con todos mis compañeros nominados. El arte imita a la vida. Parezco el padre loco, como decían de Richard Williams. Pero el amor te hará hacer locuras», dijo en parte de su discurso. Resaltó un consejo que previamente Washington le compartió sobre el éxito y su alto precio en el mundo actual:

“Ojo, en el momento más importante de tu vida es cuando el diablo viene por ti”.

Al principio de su discurso, Smith habló sobre lo abrumado que se sentía ante la misión que Dios le encomendó en este momento de su vida. Aseguró que ha sido llamado a amar, dar amor, cuidar y proteger tanto a su familia como a los demás.

Este incidente nos deja lecciones de vida que debemos tener en cuenta:

La violencia no debe ser respuesta a una broma o chiste de mal gusto.

La enfermedad o apariencia de una persona no es motivo de burlas y Jada Pinkett-Smith ha hablado abiertamente sobre su problema y de cómo la alopecia no le ha permitido tener una cabellera normal y ella optó por tener su cabeza rapada.

Como imitadores de Cristo estamos llamados a ser pacificadores, tolerantes, amables, pacientes, misericordiosos y respetuosos.

Y por encima de todo, perdonar y dar amor sin importar las circunstancias.

Este incidente demuestra que la humanidad necesita a Dios para sanar los corazones y aprender a ser solidarios con la enfermedad y la necesidad de otras personas. Busquemos a Dios para que sus palabras se cumplan en nuestra vida: "Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne." (Ezequiel, 36 -26) Amén.

 

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