La justicia selectiva es una cruel injusticia.
La justicia selectiva es una cruel injusticia.
Efraín Gutiérrez Zambrano
En la mañana el cielo de Bogotá amaneció nublado. A diferencia de otros días la temperatura de la ciudad era agradable. Los corazones rebozaban de gozo y en el ambiente de la plaza de Bolívar y sus alrededores la alegría se notaba en el aire que se respiraba. Por primera vez, en 212 años de historia republicana, un hijo del pueblo se posesionaría como Presidente de Colombia. Las palomas estaban inquietas en los aleros y nichos de los edificios cercanos a la Casa de Nariño. Pegadas unas contra otras y en silencio contemplaban la algarabía de las personas que se habían dado cita desde la tarde anterior para ser testigos de la más importante de las posesiones en la vida democrática del país. Una manilla tejida por manos de artesanos y que al levantar los brazos se observaba en las muñecas de los asistentes distinguía a los que desde lejanas tierras de la patria se habían desplazado para contemplar el regio espectáculo.
Entre
ellos, desde Girardot, el día anterior habían viajado Efraín Díaz, Jaime García
y su esposa Delia, y el flaco Francisco, me dijo el tocayo. Se consideraban privilegiados.
Fue grande el sacrificio. Hambre y sed tuvieron que soportar hasta verlo
empuñar de nuevo la espada de Bolívar. Pero estar allí era lo más importante en
la historia de sus vidas.
Hoy
7 de agosto de 2023 se cumple el primer año del gobierno del cambio y los datos
económicos demuestran que el país va por buen camino, pero hay políticos, que
hicieron de la calumnia y la mentira su filosofía de vida e insisten en desprestigiar
los objetivos alcanzados y miran con envidia que, pese a sus triquiñuelas, la
inversión extranjera se fortalece, el dólar detuvo su carrera alcista, el
desempleo disminuyó en forma significativa, los alimentos de la canasta
familiar abundaron y sus precios, por ley de oferta y demanda, descendieron. La
papa, por ejemplo, hace un año se compraba a más de dos mil pesos y hoy se
puede adquirir la libra a menos de mil. Los campesinos obtuvieron derechos y
tierras que la oligarquía les negaron por siglos.
Pero
los medios de comunicación al servicio del capital quieren hacer creer a la mayoría
que estamos en el caos. El caos lo forman partidos tradicionales como liberal,
conservador, centro democrático, de la U, cambio radical y otros que se unen
para impedir que se aprueben las reformas urgentes que el país necesita para
una vivir una justicia social que, como el sol de esta mañana, alumbre a ricos
y pobres y no como la actual que es selectiva y no se aplica a los clanes y
familias que antaño ostentaban el poder.
Cualquier
palabra que pronuncie el Presidente Gustavo Petro Urrego la escudriñan y le dan
el sentido que ellos deseen para desinformar y desestabilizar las instituciones
democráticas. En el exterior los demócratas verdaderos aplauden su gestión, pero
aquí los politiqueros lo apalean con toda clase de improperios e invitan a sus
subalternos a protestar sin explicarles la causa de la protesta. Los antiguos
dueños del poder impusieron una justicia sin fórmula de juicio, cruel,
inflexible y de condena a muerte sin explicación para ocultar sus crímenes. Su
objetivo es sembrar el caos para evitar que paguen los culpables de tanto saqueo
al erario como Ecopetrol, Odebrecht, compra de votos, falsos positivos,
desplazamiento forzado, paramilitarismo y otros eslabones de la cadena que de nombrarlos
la harían interminable. Los corruptos, es
la verdad, le han hecho un daño incalculable al pueblo colombiano. El escándalo
de Ecopetrol es uno más en una larga lista de repugnantes casos protagonizados
por aquellos que se hacen llamar "gente de bien", y que son los
responsables del atraso y miseria de nuestros campos y ciudades.
Pero
el pueblo tiene un arma poderosa que le da la democracia: el voto. El próximo 29
de octubre cuando esos partidos vean que en los territorios perdieron y que los
militantes del cambio se impusieron, tal vez entiendan que la paz es superior a
la guerra, la justicia selectiva es una cruel injusticia, la cultura es un
asunto de todos y la prosperidad de la patria sólo se consigue con la unión y
el trabajo colectivo.
Gracias,
presidente Petro por mantenerse firme en la lucha contra la corrupción.
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