Oración del día
Padre nuestro:
Te alabo y reconozco como Señor de nuestras vidas. Gracias por este nuevo amanecer.
A nosotros nos
gusta hacer negocios. Tenemos especialistas en ventas, buscamos crecer en el
número de clientes que compren lo que ofrecemos. Vivimos del intercambio de
mercancías y hasta cometemos el pecado de hacer de las personas mercancías
sometidas a la ley de la oferta y la demanda.
Pero Tú, Padre
Eterno, nos das todo de manera gratuita y no estamos acostumbrados a recibir
sin pagar. Es más, desconfiamos de quien ofrece sin pedir una moneda a cambio.
Tú eres el Amor y
todo te pertenece porque todo lo creaste. Eres el soberano del universo. Nada
tenemos para ofrecerte y hasta nuestros pensamientos y palabras están cargados
de intenciones no muy claras. Somos interesados y esperamos sacar beneficio de
todo intercambio. Perdona nuestra forma de actuar.
Tú, nos diste a tu
Hijo para que muriendo en la cruz nos diera la condición de hijos de Dios. Él
nos enseñó que su vida era un regalo que debíamos aceptar. Ayúdanos a
comprender que tu invitación al banquete del Cordero no podemos rehusarla.
Quienes aceptamos este regalo, recibimos con él la promesa de una vida eterna
en tu Reino. (Juan 3:36) Tú, por su muerte en la cruz, nos diste el perdón de
nuestras equivocaciones e iniquidades. A
quienes aceptan que Jesús es el Hijo del Altísimo les obsequias, además, el
gozo y una buena esperanza por gracia. (2 Tesalonicenses 2:16)
Ahora Señor y
Padre nuestro, acepta en este día nuestro agradecimiento y derrama sobre
nosotros que te reconocemos como Padre amoroso tu lluvia de bendiciones sobre
nuestra casa y nuestra ciudad. Amén.
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