Oración del día
30 de agosto de 2024
Señor:
Pero perdóname, Señor,
porque muchas veces expreso mi dolor con gritos. Son gritos de miedo, de
impotencia, de ira, de sufrimiento, pero debo reconocer que a veces también
grito de alegría. Tus palabras y promesas se cumplen en mí.
Señor, no temo lo que tenga
que enfrentar hoy. Como a Bartimeo (Marcos 10) sé que muchos desean callarme,
me dicen que soy un iluso al creer en ti. Pero en lo profundo de mi corazón
siento que, si estoy perdido, enfermo y sin recursos, grito: “Oh, Dios, ven en
mi auxilio”. Tú siempre respondes a mi
grito de fe. (Isaías 38:20). Sé que en cualquier circunstancia de mi vida puedo
clamar a ti: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y
ocultas que tú no conoces”. (Jeremías 33:3).
Cuando Bartimeo al verte
pasar te llamaba, lo escuchaste, te detuviste, lo sanaste. Como él quiero
verte, te pido que me sanes, que me permitas seguirte. Dame la sabiduría para
que sepa escoger entre el bullicio del mundo que me grita que no crea y el silencio
que me pides para comunicarme contigo. Gracias, te grito hoy, porque siempre me
acompañas. Sé que puedo contar contigo en todo momento, pues, estás a mi lado y
nunca me abandonas.
Mi mente imperfecta no
comprende la inmensidad de tu amor y tus bondades para conmigo, Señor. Sé que
mi imaginación se queda corta ante la plenitud de todo lo que preparaste desde
el comienzo de los siglos para quienes te seguimos con sincero corazón. Que tu
Santo Espíritu me anime y fortalezca en este día. Te lo suplico en el nombre de
tu Hijo amado, Jesús. Amén.
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