Oración del día
22 de noviembre de 2024
Señor:
Gracias por este nuevo día que me
otorgas. Gracias por el bautismo al que me llamaste y el nombre que me diste
para que me identificara ante los demás. En la vida es esencial tener un
nombre. Jesús fue el nombre que el Hijo de Dios recibió para que lo
identificáramos cuando vino a la tierra para buscar y salvar a los que
estábamos perdidos (Lucas 19:10). Invocar su nombre manifiesta al mundo que
aceptamos su mensaje. Ante el nombre de Jesús no se puede quedar indiferente la
persona, y las reacciones que provoca son muy variadas: gran oposición por
parte de algunos, temor por parte de otros, amor y adoración por parte de los
cristianos verdaderos. (El ángel dijo a María:) Concebirás en tu vientre, y
darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será
llamado Hijo del Altísimo. (Lucas 1:31-32) Encomendarse al nombre de Jesús
condujo y aún conduce a muchos a sufrir la persecución e incluso el martirio.
Sin embargo, las autoridades
hostiles al cristianismo nunca han podido impedir que el Evangelio se propague
y que el nombre de Jesucristo sea invocado y anunciado en todo el mundo y en
todos los niveles sociales.
Para el verdadero cristiano, este
nombre está por encima de todo, pues gracias a Jesucristo somos hijos de Dios,
nuestro Padre y por su muerte tenemos vida eterna. Mediante el sacrificio de
Jesucristo, el pecador que se arrepiente es perdonado y justificado ante Dios.
A través de ese nombre, el creyente se dirige al Dios vivo y Padre con libertad
y plena confianza, pues Jesucristo es el sumo sacerdote. Cuando ora en el
nombre de Jesús, se presenta ante Dios para decir: Sé que recibes mi oración
como si fuese la de Jesús. Todos los que en él creyeren, recibirán perdón de
sus pecados por su nombre. (Hechos 10:43) Conocer el nombre de Jesús, vivir de
acuerdo con su mandamiento nuevo de amor y experimentar su poder es un
privilegio ofrecido a todos los que creemos en él. "El Señor de los
ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la
tierra será llamado" (Isaías 54:5). En el nombre de Jesús, el Hijo de
Dios, iniciemos esta jornada. Así también el Padre y el Espíritu Santo nos
acompañarán también. Amén.
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